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Yeltsin asegura que ha parado la guerra de los banqueros contra su Gobierno

Borís Yeltsin citó ayer en el Kremlin a un selecto grupo de banqueros -que mandan en Rusia tanto o más que los propios políticos- y logró, según él, que se comprometan a parar la guerra contra el Gobierno, y muy especialmente contra sus dos vicejefes, Anatoli Chubáis y Borís Nemtsov. La nueva oleada privatizadora, que puede reportar al Estado los ingresos que necesita para pagar los atrasos a millones de empleados públicos, demostrará si ayer se firmó la paz o, simplemente, una tregua de las hostilidades.

El presidente, acompañado del jefe de su administración, Valentín Yumáshev, se reunió con algunos de los magnates que hicieron posible su reelección frente al candidato comunista Guennadi Ziugánov. Faltaba Borís Berezovski, probablemente porque, en teoría (pero sólo en teoría), abandonó los negocios cuando se convirtió, en número dos del Consejo de Seguridad. Pero estaba su aliado coyuntural, Vladímir Gusinski, cabeza del grupo Most y de la cadena de televisión independiente NTV. Y también el gran enemigo de ambos, Vladímir Potanin, presidente de Oneximbank, que ganó dos recientes y polémicas privatizaciones: la del 25% del gigante telefónico Sviazinvest y la del 38% de la productora de níquel Norilsk. Junto a ellos, acudieron Mijaíl Friedman (Alfa Bank), Alexandr Smolenski (SBS Agro), Mijaíl Jodorkovski (Rosprom) y Vladímir Vinográdov (Inkombak)."Los bancos se habían revuelto un poco contra el Gobierno", dijo Yeltsin tras el encuentro, y necesitaban una palabra del presidente, al que siempre han apoyado y al que continuarán apoyando. Llegamos a un mutuo entendimiento y dejarán de combatir a Nemtsov y Chubáis".

Cuesta creer que los banqueros se comprometieran ayer a enterrar el hacha de guerra sólo por la promesa del presidente de que las privatizaciones se efectuarán de manera limpia, con reglas iguales para todos. Más verosímil parece que lo que se pactara fuese un reparto del pastel.

Gusinski y Berezovski perdieron la última batalla, pero seguro que ya piensan en que Potanin -un ex viceprimer ministro al que se le atribuyen ambiciones presidenciales- no se salga con la suya cuando se subasten otras sustanciosas porciones de la tarta estatal.

En la lista figuran empresas clave del sector energético como la Compañía Oriental de Petróleo, Tiumen y Rosneft. El cálculo del Gobierno es que el Estado se embolsará en torno a 750.000 millones de pesetas, una cantidad que ayudará a cuadrar unas cuentas deshechas por los atrasos sin pagar a millones de empleados públicos y por el hecho de que son pocos los que tienen en regla sus cuentas con el fisco.

Fuentes del FSB, el servicio de seguridad interior, han informado a la agencia Interfax de que un litigio que afecta al pago de impuestos de una empresa petrolera puede estar en el origen de una supuesta conjura para asesinar a Chubáis, lo que ha llevado a reforzar la protección del viceprimer ministro.

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Libertad de prensa

Si los medios informativos que dominan los magnates implicados en el actual enfrentamiento dejan de ser utilizados para defender intereses partidistas, los lectores rusos podrán empezar a saber lo que es la libertad de prensa. Pero la experiencia reciente no deja mucho margen al optimismo.

Gusinski, Berezovski y Potanin llevan meses consolidando sus respectivos imperios en el mundo de la comunicación y lanzándolos a la arena política. En la carrera se ha visto seriamente afectada la credibilidad de diarios como Izvestia (que ha caído bajo la órbita de Potanin), Segodnia (controlado por Gusinski) y Nezavisimaya Gazeta (que obedece los dictados de Berezovski).

En este último periódico, que sólo conserva de independiente el nombre, se ha publicado en portada un artículo que atribuye a Chubáis ambiciones semiimperiales y le acusa de saltarse toda consideración moral con tal de construir, según su particular modelo, la base económica de la nueva sociedad. El viceprimer ministro, se añade, tiene la misma mentalidad que Lenin, la de un intelectual que desprecia a los intelectuales, implacable y sin escrúpulos, aunque inteligente y con gran talento administrativo.

Tras las recientes privatizaciones, este mismo diario y la cadena de televisión ORT cubrieron de lodo a Nemtsov, que se defendió acusando a Berezovski de seguir haciendo negocios desde el Kremlin. Su tribuna fue, por supuesto, un diario de Potanin, Komsomolskaya Pravda.

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