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María Callas a través de sus discos

Se publican nueve títulos de ópera a precio económico, once recitales y dos discos recopilatorios

Veinte años después de su muerte, la continua reedición del impresionante legado discográfico de María Callas mantiene viva su leyenda. No existe otra estrella de la ópera capaz de fascinar a las nuevas generaciones con la magia que encierran las numerosas grabaciones piratas que hoy conservan sus grandes actuaciones en directo en los principales escenarios de su carrera: Milán, Roma, Nápoles, Florencia, Berlín, Colonia, París, Londres, Nueva York o México. Junto a este filón, explotado sin cesar por decenas de sellos discográficos piratas, existe también un fabuloso legado grabado en estudio que la multinacional británica EMI ha reeditado íntegramente coincidiendo con el aniversario de su muerte.La edición Callas, que hace tres meses efectuó un primer lanzamiento de 20 óperas, se amplía ahora con la publicación de nueve títulos más a precio económico, de 11 recitales que restituyen los programas originales grabados por la diva y de dos discos recopilatorios que incluyen rarezas del fondo de catálogo y grabaciones públicas. Todo el material se reedita con una nueva remasterización digital efectuada en los estudios Abbey Road de Londres a partir de las cintas originales.

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A lo largo de su carrera, María Callas interpretó en escena 43 personajes, paseando su irrepetible voz por un repertorio que abarca desde las obras más ligeras de Bellini hasta el repertorio dramático y verista. Entre 1953 y 1965 dejó en los estudios de grabación sus memorables recreaciones de 18 obras, incluidas cuatro que nunca interpretó en escena. Para completar su galería de personajes operísticos es necesario acudir a la discografía corsaria, que, a pesar de sus limitaciones técnicas, documenta su genial aproximación a otros 11 títulos, algunos tan importantes como Ana Bolena, de Donizetti, o Macbeth, de Verdi. Callas poseía una inimitable capacidad para encontrar siempre el acento y el color vocal idóneo para cada personaje, ya fuera en el puro belcanto de Bellini, en los personajes líricos y dramáticos de Donizetti, Verdi y Puccini, o en el verismo más desgarrado de Leoncavallo, Mascagni y Giordano. Una voz tan irrepetible como su poderosa intuición escénica, capaz de explorar los matices de un personaje y acercarlo a la sensibilidad del espectador moderno con tremenda fuerza teatral.

La Divina consiguió una irrepetible síntesis de la voz, la palabra y el gesto, y en su discografía -verdadero tratado de interpretación operística- reinan sus geniales creaciones de La traviata, de Verdi; Norma, de Bellini, y Tosca, de Puccini. Existe una versión en estudio del drama verdiano grabada para la Fonit Cetra, en el inicio de su carrera, pero sus máximos logros brillan en la legendaria producción de 1955 de la Scala de Milán, dirigida musicalmente por Carlo María Giulini y puesta en escena por Luchino Visconti, y en la función de 1958 en el San Carlos de Lisboa, con Alfredo Kraus.

La impresionante Tosca dirigida en 1954 por Victor de Sabata, con Giuseppe di Ste fano y Tito Gobbi, es, sencillamente, una de las más sensacionales grabaciones operísticas de todos los tiempos. Del segundo acto de la popular ópera existen dos impagables filmaciones, en París y Londres, editadas en vídeo y láser disc.

Posiblemente la creación más emblemática de la Callas fue Norma, título que abordó en 84 funciones entre 1948 y 1965. La genial soprano revolucionó la interpretación del personaje belliniano, que consideraba más difícil y agotador que Isolda, mostrando un absoluto dominio de las situaciones dramáticas. Entre sus numerosas versiones en directo y en estudio destacan las de la Scala en 1954 y 1955, con Tullio Serafin y Vittorio Gui en el foso: está vocalmente arrolladora y su interpretación de Casta diva es estremecedora.

Con Callas, el belcanto recobró su verdadera dimensión y sus geniales hallazgos abrieron un modelo para las demás generaciones, con explosivas creaciones bellinianas como Il pirata, I Puritano y La sonnambula, fabulosa bajo la batuta de Leonard Bernstein. Otros dos papeles inconmensurables fueron Lucia di Lammermoor, de Donizetti, con la histórica versión dirigida por Herbert von Karajan en 1955, que enloqueció al público de Berlín, y Medea, de Cherubini, con registros tan emotivos como el de 1958 en la Opera de Dallas, con Teresa Berganza en el papel de Neris.Dejando aparte Carmen, personaje que nunca cantó en escena, la discografía callasiana incluye nueve títulos de Verdi, con La traviata, Macbeth, Rigoletto y Un ballo in maschera como principales aciertos, cinco óperas de Puccini con Tosca como creación indiscutible, títulos veristas como Cavalleria rusticana, de Mascagni, e I Pagliacci, de Leoncavallo, y uno de sus primeros caballos de batalla, La Gioconda, de Ponchielli, con el que debutó en la Arena de Verona en 1947.

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