Barcelona y Madrid

Recientemente he pasado unos días en Barcelona, ciudad que hacía tiempo no visitaba, y a mi regreso a Madrid no he podido menos que reflexionar sobre la gran diferencia que he encontrado entre estas dos bellas capitales. Mi primera agradable sorpresa fue, a mi llegada a Barcelona en el aeropuerto del Prat, ver que había un guardia que regulaba la llegada de los taxis para la recogida de pasajeros, cuyo servicio se hacía en perfecto orden para comodidad de todos. Qué diferencia con el aeropuerto de Madrid donde reina el caos, sobre todo en llegadas internacionales, donde los taxistas pueden elegir al cliente según su cara (con clara preferencia por los extranjeros ... ) sin que haya ninguna autoridad que sepa poner orden.Debo felicitar también al alcalde de Barcelona, señor Pascual Maragall, por el gran interés que ha demostrado y sigue demostrando en el embellecimiento de la ciudad, con sus limpias calles de anchas aceras, bordeadas de árboles bien colocados que no estorban ni al paseante ni a los medios de locomoción.

Por este mismo interés que pone en el bienestar de sus ciudadanos, como por ejemplo suprimir las barreras arquitectónicas disponiendo autobuses con facilidades para los minusválidos, todo ello a fin de que los carritos puedan circular por todas partes con suma facilidad. No sólo las calles están limpias y bien alumbradas, sino que todo el mundo respeta las ordenanzas municipales, como por ejemplo no circular motoristas sin llevar el casco reglamentario, ni existe conductor de coche que no se ajuste el cinturón de seguridad, tanto si circula por carretera como por ciudad, pues además de tener en cuenta el peligro que representaría no hacerlo, se verían inmediatamente multados.

Con todo respeto, señor Álvarez del Manzano, ¿no cree usted, como ciudadano y alcalde de Madrid, que no es suficiente dictar disposiciones regulando la vida y protección ciudadana, sino que tiene el deber de saber hacerlas cumplir y sancionar debidamente a los infractores?-