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Sean Connery, con licencia para la política

Sean Connery, el escocés más famoso de los tiempos modernos, desapareció ayer de la campaña política tras cuatro días de actividades en favor de la causa de la devolución de poderes en Escocia. "No le gusta el frío", bromeó un taxista de derechas. "Está mejor en Marbella sin pagar impuestos a Escocia", opinó un próspero banquero escocés.Lo cierto es que Connery, la encarnación más aclamada de James Bond, ayer no estaba al alcance de la prensa ni de los políticos laboristas a quienes se brindó con gusto a ayudar a promover el mensaje de que lo que Escocia necesita es una amplia autonomía con una clara política impositiva. Se había marchado. Pero sus apariciones han tenido el impacto previsible. Como en todas partes del mundo, el sexagenario Connery es admirado y respetado en su tierra. Ése es un clamoroso contraste con el sentimiento que despierta en Escocia la ex primera ministra Margaret Thatcher, que intentó apuntalar la campaña del no-no.

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Thatcher llegó a Escocia a dar una conferencia ante una convención de agentes de viaje. Connery, en cambio, no tuvo reparo en contar que se encontraba allí para jugar al golf, y que le pareció una idea magnífica apoyar al sí-sí. Al fin y al cabo, fue la voracidad de los tories lo que le obligó a buscar en Marbella un escudo.

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