Oposición en México
MÉXICO, LA dictadura perfecta como la llamó Vargas Llosa, ha dado su primer gran paso en una dimensión esencial para todo sistema que pretenda ser democrático: el juego entre Gobierno y oposición. Por vez primera en 70 años, al presentar su análisis general de cada 1 de Septiembre, un presidente de México se ha visto enfrentado a una mayoría opositora en el Congreso, la que salió de las elecciones del 6 de julio pasado.La oposición, formada por cuatro partidos bien distintos, ha demostrado capacidad al unirse para conquistar esa esfera de poder que es el Congreso (en el Senado el PRI tiene mayoría) para responder a Ernesto Zedillo. Porfirio Muñoz Ledo, antiguo priísta y dirigente del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), elegido presidente del Congreso, resultó contundente al defender la autonomía de la Cámara baja.
La oferta de Zedillo de un pacto de Estado para definir una política económica que genere estabilidad y fomente la justicia social resultó hábil. Aunque Muñoz Ledo reclamara la celebración de un foro sobre este tenia convocado desde el Legislativo y no desde el Ejecutivo, en el fondo, tras los duros programas de ajuste de 1994, las diferencias en materia económica no son tan grandes entre el Gobierno y una oposición en la que el conservador Partido de Acción Nacional (PAN) está revisando sus propias posturas a favor de las privatizaciones.
Pero es en la política en donde las diferencias entre Gobierno y oposición son mayores. Las intenciones de la oposición de investigar casos de corrupción levantan ampollas en el dominante Partido Revolucionario Institucional (PRI). Éste, en el que siguen pesando los llamados dinosaurios, no ha logrado renovarse verdaderamente. El espectáculo del fin de semana dado por los congresistas del PRI, que se negaron a participar en la sesión constitutiva de un Congreso en el que habían perdido la mayoría, demuestra que la cultura del pluralismo no ha llegado aún a sus filas.
Ernesto Zedillo parece haber asumido el cambio mejor que su formación. En todo caso, el debate ha constituido un nuevo hito en el camino del cambio. El llamamiento del presidente al Congreso para la colaboración en la lucha contra el narcotráfico no debe caer en saco roto. Es uno de los problemas más graves que tiene México para avanzar hacia la democracia, no un pluralismo que podría acabar devorado por esa mezcla de narcotráfico y corrupción que asola el país. Tamaño problema requiere un amplio consenso para resolverlo antes de que sea demasiado tarde.
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