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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Tráfico de vidas

La apresurada versión del ajuste de cuentas entre narcotraficantes, como causa más probable de la muerte de cuatro hombres en una acequia valenciana, vuelve a traicionar a los mensajeros. Ahora al ministro de Interior y al delegado del Gobierno en Valencia. ¿Por qué tanta prisa en emitir un diagnóstico del suceso? ¿Por qué la fisonomía norteafricana se convierte casi de inmediato en sinónimo de narcotráfico cuando se produce una muerte violenta? ¿Hubieran aplicado la misma regla en el supuesto de que los muertos tuvieran otro aspecto? ¿O, en este último caso, habrían invocado el secreto sumarial o, por qué no, la presunción de inocencia?¿Acaso no existen para los muertos norteafricanos otras hipótesis que no añadan aún más dolor al acumulado? ¿No basta con la muerte? ¿Tan imposibles son otras versiones? ¿O quizá importa reforzar el estereotipo? Tal vez un atisbo de mala conciencia obliga a los redactores de versiones a despachar con rapidez un tema tan grave por el camino del tópico. La opinión pública necesita mientras tanto seguir tranquila, ocupada en el desenlace del enésimo partido del siglo.

Sin embargo, posteriormente, diversos medios apuntaron hacia el tráfico de hombres, no de drogas, como posible causa de la muerte. ¿Esta versión no era plausible? ¿No podría ser ni tan siquiera igual de plausible que la primera? Los últimos meses, cada vez con mayor frecuencia, nos sorprendemos con noticias de muertes de inmigrantes africanos, sea en el Estrecho o en la carretera.

La realidad es más compleja, aunque no incomprensible. Todo necesita su tiempo. El que debieron tomarse nuestras autoridades antes de decir este estereotipo es mío. Tiempo que no tuvieron ellos, los muertos, ni tendrán muchos más venidos del Sur. Para vosotros, desconocidos hombres muertos, esta vez en Valencia, perdón. Perdón en nombre de los que todavía sentimos vergüenza. Que el cielo os sea más propicio que esta condenada tierra.

Señor ministro, quedamos a la espera de la versión definitiva.- Pasa a la página siguiente

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