_
_
_
_

El 'efecto invernadero' va más lento de lo previsto, según nuevos estudios científicos

Los expertos afirman que aún es posible un margen para evitar el cambio climático

La proximidad de la cumbre de Kioto sobre el clima, en diciembre próximo, calienta ya el debate sobre la inminencia del cambio climático. Nuevos estudios afirman que ese cambio llegará inevitablemente cuando se alcance cierta concentración de gases de efecto invernadero, pero también señalan que es menos importante el ritmo de aumento de lo que se suponía y que hay más margen de solución. Además, los avatares meteorológicos pueden relacionarse con hallarnos a fines de una pequeña era glacial; y, a corto plazo, la virulencia del fenómeno El Niño añade incertidumbre.

Más información
En el epílogo de una era glacial

Se necesita reaccionar rápidamente para reducir el riesgo de "sorpresas climáticas no deseadas" que están en el corazón de las emisiones en alza de dióxido de carbono, según el climatólógo alemán Stefan Rahmstorf. Sus comentarios se dirigen a los trabajosos esfuerzos internacionales para encontrar el consenso sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO 2) y el metano; los delegados de todos los países deben establecer en Kioto objetivos oficiales de reducción de emisiones.Los comentarios de Rahmstorf se basan en investigaciones publicadas en el último número de la revista Nature por científicos suizos. Una simulación por ordenador muestra cómo el aumento en la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera, al ritmo actual, podría llevar a un cambio súbito en el régimen climático de la Tierra el próximo siglo, con resultados impredecibles y desastrosos.

La idea de un interruptor climático activado por el aumento de CO2 no es nueva, pero sí el descubrimiento de que si se frena el ritmo de aumento de las emisiones puede ser que no se active el interruptor, incluso si la concentración final de CO2 fuera la misma que si se hubiera alcanzado en menos tiempo.

Esto permite a los políticos más tiempo de reacción. "Las implicaciones para la política están claras", señala Rahmstorf. "Si empezamos pronto a reducir las emisiones, podemos comprar una mayor flexibilidad y seguridad climáticas para después".

La gente asume generalmente que los efectos del calentamiento global pueden proyectarse simplemente sobre la circulación atmosférica y oceánica global actual. Se ignora, sin embargo, que hay la posibilidad de que el calentamiento global cambie esto también, afectando al clima muy rápidamente. Existen pruebas de que los principios y finales de las eras glaciares, y periodos menos fríos fueron muy abruptos y relacionados con la activación del interruptor climático, lo cual cambió las pautas de circulación oceánica en el curso de una década, es decir, un instante en términos geológicos.

Interruptor climático

Se cree que este interruptor climático está relacionado con la forma en que el agua fluye en el Atlántico norte. El agua templada que fluye hacia el norte llega hasta el sur de Groenlandia, donde se enfría, liberando mucho calor a la atmósfera: la cantidad es casi un tercio del calor recibido por el Atlántico norte del Sol, y explica por qué el clima del noroeste europeo es mucho más templado que el de otras regiones situadas en la misma latitud, como Canadá y Siberia. El agua fría se hunde y se mueve hacia el sur de nuevo, a una profundidad de unos 2.000 metros. Este mecanismo también es movido por la sal, y se denomina circulación termohalina.

Thomas F. Stocker y Andreas Schmittner muestran que un aumento al doble de las concentraciones actuales de dióxido de carbono podría, si es muy rápido, cerrar esta circulación totalmente, con efectos difíciles de imaginar, tales como hacer descender la temperatura superficial del océano unos 8 grados, provocando la extensión de los hielos en las aguas norteñas y que desaparezca el clima templado de noroeste de Europa. Sin embargo, el frío se vería atemperado por el efecto invernadero.

Algo más probable es la ruptura extrema del modo en que circula el carbono en el ecosistema global. La capacidad de la atmósfera para absorberlo quedaría limitada, lo que haría todavía más inestables las condiciones atmosféricas. El ciclo de nutrientes en el Atlántico norte, del que dependen las pesquerías, se vería totalmente perturbado.

"El colapso de la circulación termohalina [de la sal] en el Atlántico norte tendría probablemente serias consecuencias señala Rahmstorf, "con riesgos que ninguna nación de esta zona estaría dispuesta a asumir".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_