El Papa pide "heroísmo" ante un millón de jóvenes congregados para una vigilia en París
Una cadena humana de 36 kilómetros rodeó la capital francesa
Las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) que se celebran en París culminaron anoche con una impresionante vigilia en la que casi un millón de personas, jóvenes en su mayoría, rezaron junto a Juan Pablo U. La multitudinaria reunión nocturna se celebró en el hipódromo de Longchamp, bajo un entramado de rayos láser y con un ambiente festivo. El Papa, que bautizó a diez personas procedentes de los cinco continentes, afirmó que fe y moral estaban ligadas y que los cristianos debían a veces tomar opciones heroicas: "La vida feliz con el Señor tiene ese precio", afirmó.
La visita de Juan Pablo II a Francia concluirá hoy, tras una misa. Y se salda con un rotundo éxito. La asistencia de jóvenes a la reunión bienal de las JMJ ha superado las previsiones de la jerarquía católica francesa -aunque los locales se hayan mostrado tibios ante la celebración- gracias a la fenomenal afluencia de italianos (más de 100.000) y de españoles (más de 70.000). El propio Papa, aunque muy afectado por la enfermedad de Parkinson, ha mostrado una vitalidad poco normal en un enfermo de 77 años.Ayer por la mañana, el pontífice católico ofició misa en la pequeña iglesia de Saint-Etienne de Mont, junto al Panteón parisino, sometido a un calor húmedo y sofocante. Los 370 jóvenes delegados de las conferencias episcopales de 140 países le entregaron durante la ceremonia un texto que insistía en la necesidad de la paz, y en el pequeño recinto se sudaba profusamente. "Sufrís por el calor, ¿no? Pues yo también", les espetó cariñosamente el Papa, que soportó el acto embutido en los ropajes rituales. Casi a esa misma hora, a las 10,30 de la mañana, más de 300.000 religiosos y jóvenes se habían distribuido en torno al perímetro de París para formar una cadena humana de 36 kilómetros.
Campanas en la catedral
A la hora exacta, indicada por las campanas de la catedral de Nôtre-Dame y por la emisora radiofónica del mismo nombre, las manos se unieron y cerraron la ciudad durante minuto y me dio. Los automovilistas soportaron las retenciones con buena voluntad, la misma que durante esta semana han exhibido los parisinos frente a las incomodidades causadas por la ruidosa aglomeración de muchachos cristianos. A partir del mediodía, la multitud comenzó a afluir hacia el hipódromo de Longchamp. La tarde fue amenizada con música y baile, a la espera de la vigilia que comenzó con el crepúsculo y, tras toda la noche, debía concluir esta mañana con una misa.
El Papa bautizó durante la reunión a diez de los jóvenes peregrinos (un francés, una tahitiana francesa, un boliviano, una estadounidense, una cubana, una keniana, un chino, un burkinés, un ruso y un camboyano). En un gesto de reconciliación, Juan Pablo II evocó "la dolorosa matanza de San Bartolomé", en la que, hace exactamente 425 años, unos 3.000 protestantes fueron asesinados por instigación de las autoridades católicas.
El Papa llamó a los cristianos a buscar sin descanso la unidad, y pidió tolerancia entre las religiones. "La pertenencia a distintas tradiciones religiosas no debe constituir hoy una fuente de oposición o de tensión", dijo. En la vigilia habla representaciones ortodoxas, protestantes, judías y musulmanas. Luego, el pontífice exhortó a los jóvenes a "mantener la lucha espiritual y moral". "Durante su existencia", dijo, "para respetar los valores esenciales, los cristianos experimentan también el sufrimiento que pueden exigir las opciones morales opuestas al comportamiento del mundo, y por tanto a veces heroicas. Pero la vida feliz con el Señor tiene ese precio. Corazones jóvenes, vuestro testimonio tiene ese precio. Cuento con vuestro coraje y vuestra fidelidad".
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