La moda y lo grave
Intento calificar las crueldades que veo en los minutos de un informativo cualquiera: del 1 al 10. Quizá el 10 lo tengan las torturas, las brutalidades a los presos de Tejas. Es una curiosa cárcel privada: llevan allí presos de otros Estados que no tienen sitio, pagan por ellos. Pero no sé si es más doloroso que el coro de mujeres que se deshacen en gritos y llantos e imprecaciones como de Lorca -todos árabes- por la muerte del niño palestino bombardeado por Israel, o quizá por sus cómplices árabes cristianos de la milicia del Líbano.¿Cómo se clasifica el dolor? El de cada uno tiene sus desgarros propios. Estar cerca de la muerte o de trastornos definitivos. Preferiría ser el preso negro -naturalmente- que se arrastra mientras le muerde un perro policía a llorar ante un niño asesinado. O los cuatro marroquíes mutilados y echados a una alberca: aquí, junto a nosotros.
Pero puede distraerle a uno otro dolor que no tiene espacio en la televisión y apenas en las radios: hay 40 trabajadores en huelga de hambre en Ibiza. Llevan 15 días. Hay puntos de tiempo irreversibles: un día más de huelga y uno, o dos, pueden acabar o quedar en una situación en la que no se restaurarán. Hablé con ellos desde la SER y les dije mi punto de vista: que cedan, que coman, que no crean que hieren al enemigo matándose ellos mismos. Me dijeron que la situación laboral era insostenible: son temporeros, les dan trabajos de una, de dos horas al día, cobran miserias, pero están continuamente disponibles, esperando. Los sindicatos negocian: los patronos (Iberia) no ceden. Dicen que si cedieran no sería viable: tendrían que modificar sus condiciones laborales en toda España. Luego, hay otros así.
¿Qué nota se le puede dar a este dolor? En los medios de comunicación, escasas. Hay otras modas: un turista hacía fotos a niños desnudos en una piscina de Madrid, una menor trabajaba en la prostitución en un pueblo de Castellón por disposición de sus padres, que sin duda preferían ese trabajo a la huelga de hambre. En un país normal, de democracia corrientita, 40 hombres en huelga de hambre durante dos semanas ocupan la parte principal de las primeras páginas. Aquí hay una curiosa complicidad. No digo ya de las televisiones, que poco a poco van estando en manos de sus enemigos, sino en los periódicos: se ha perdido la sensibilidad, la noción de lo grave y lo que está (¿deliberadamente?) de moda.
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