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Se llama NAIRU

Soledad Gallego-Díaz

Existe una cosa que se llama Nivel de Desempleo que No Acelera la Inflación (en inglés, Non Accelerating Inflacion Rate of Unemployinent, NAIRU). En los años ochenta, en él Reino Unido, por ejemplo, se calculaba que como mínimo había que mantener al 11% de la población activa en el paro para evitar que subieran los precios. El razonamiento es evidente: si hay mucho paro, hay miedo a perder el empleo y no se hace huelga para conseguir subidas salariales. Y si no suben los salarios, se supone que la inflación termina bajando, al igual que el precio del dinero.Así que el NAIRU -que obviamente varía de país a país y de etapa en etapa- debería ser algo que obsesionara al ciudadano corriente y merecería ser expuesto como un termómetro en las principales plazas del mundo. La cuestión es: ¿hasta dónde puede bajar en nuestros países el paro sin que la inflación se vuelva a disparar, como en los ochenta?

Estados Unidos constituye siempre un punto de referencia. En los setenta se calculaba que la única forma de luchar contra la inflación era mantener el paro por encima del 8%. La realidad es que en julio de 1997 el desempleo ha bajado hasta el 4,8% sin que la inflación (un 2,5%) muestre la menor señal alcista. En el Reino Unido, el paro se redujo ese mismo mes hasta el 5,5% de la población activa, y la inflación no subirá previsiblemente del 2,7%.

En Alemania, sin embargo, la inflación se supone que bajará del 2% al 1,7% de 1996 a 1997, mientras que el desempleo subirá del 10,3% al 11,5%. Y en Francia, la inflación pasará del 1,7% al 1,3%, y el paro, del 12,4% al 12,6%.

¿En dónde estriba la diferencia entre Estados Unidos y el Reino Unido, de un lado, y Francia y Alemania, de otro? En el mercado de trabajo: en EE UU y, parcialmente, en el Reino Unido, los altos niveles de desempleo y las bajas prestaciones sociales obligaron a los trabajadores a aceptar la precarización de sus empleos: menos sueldo y más eventualidad. En Alemania y en Francia, esos mismos trabajadores prefirieron acogerse a los seguros de paro.

Pero seguimos sin saber hasta dónde puede bajar el paro, por ejemplo, en Estados Unidos sin que suba la inflación. Parece claro que la sostenida bajada del desempleo está poniendo nerviosos a los mercados y a muchas empresas. El mejor ejemplo lo proporciona estos días la extraordinaria huelga de la UPS (la empresa privada de mensajería que prácticamente reemplaza en Estados Unidos al servicio de Correos). ¿Cómo es posible que los 185.000 trabajadores de la UPS mantengan tantos días una huelga que trastorna la vida cotidiana del país? Primero, porque no tienen tanto miedo como antes a perder el empleo (pueden encontrar otro de parecidas condiciones).

Segundo, porque la mayoría de la población simpatiza con sus reivindicaciones: creen que muchas empresas están cambiando trabajo fijo por trabajo parcial no porque necesiten reforzar sus plantillas en determinados momentos, sino porque la hora trabajada a tiempo parcial se paga prácticamente a la mitad de precio que la hora del empleo fijo y porque además la empresa no ayuda en estos casos a sufragar los gastos del seguro de enfermedad.

Y tercero, porque el Gobierno de Bill Clinton está haciendo caso a los expertos que estiman que la economía norteamericana funcionaría mejor si los sindicatos fueran más fuertes. Si Clinton no interviene de momento a favor de la empresa (como hizo Reagan en un caso parecido) es porque lo que se está ventilando es algo decisivo: la inflación es baja y la Reserva Federal cree que no necesita subir los tipos de interés para mantenerla en ese nivel, el paro ha llegado a cifras no conocidas casi desde finales de los sesenta... ¿Podría ser compatible todo esto con una moderada subida de los salarios y con una menor precarización, como aseguran algunos de los mejores economistas norteamericanos? Dependerá del famoso NAIRU: si la inflación se mantiene baja, no hay razón para impedir que los trabajadores luchen por sus derechos. En caso contrario...

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