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Reportaje:

La monarquía británica se va contra los arrecifes

La feria en que se ha convertido la Casa de Windsor hace pensar a la mitad de los británicos que no llegará al año 2050

La familia real británica al completo en la boda de Diana en 1981.
La familia real británica al completo en la boda de Diana en 1981. AFP

"Los monárquicos solían decir que la familia real británica era la envidia del mundo. ¡Si algún extranjero la quiere, avísenos, por favor!". Con esta petición, publicada ayer en el editorial del dominical The Observer, concluye una semana de polémicas en torno a la Casa de los Windsor. A las críticas de la prensa se une también la mayoría de los británicos, que, según una encuesta publicada el pasado martes, piensa que la Monarquía desaparecerá en los próximos 50 anos.La Monarquía británica ha superado crisis en el pasado, incluida la abdicación, por cuestiones de amor, de Eduardo VIII, el difunto duque de Windsor. Pero en vísperas del nuevo milenio, cuando los medios de comunicación informan sobre cada movimiento de la supuestamente familia modelo, los británicos se muestran escépticos sobre el futuro de esta antiquísima institución.

El 52% de los entrevistados para la encuesta opina que la Monarquía quedará abolida antes del 2050. El porcentaje de los que se oponen a la continuidad de la familia real contrasta con la media del 70% que salía a favor en sondeos similares realizados entre 1987 y 1994. Las causas de la vertiginosa caída tienen su origen en el comportamiento de los hijos y nueras de la reina Isabel, a la que cada día sorprende la princesa Diana con un nuevo golpe, el último de los cuales es su fotografiada pasión amorosa con Dodi al Fayed, el playboy hijo del dueño de los emblemáticos almacenes Harrod's, proveedores de la casa real. Diana, de 36 años, comenzó ayer otra temporada de vacaciones en aguas griegas, esta vez sin Dodi, de 41, a quien su anterior novia, la norteamericana Kelly Fisher, acusa de hacerle el amor por la noche mientras dedicaba las horas del día a Diana. Ya hasta el príncipe Guillermo, de 15 años, ,el. primogénito de Carlos y Diana, es objeto de persecución. Ayer, un organizador de fiestas infantiles para la clase alta británica dijo poseer fotos en que Guillermo besa a una amiguita, si bien aseguro que nunca las hará públicas.

Pero más que el continuo culebrón en, que se han convertido las idas y venidas de Diana, lo que más está dañando a la institución es el cinismo del heredero de la Corona.

Al confesar su adulterio por televisión, en la entrevista del año pasado, el príncipe Carlos asestó un, golpe mortal a la Monarquía. Sus palabras demostraron a muchos británicos que su boda con Diana no fue un impulso de amor, sino un ardid para lograr descendencia que se materializó con el nacimiento de Guillermo y Enrique. Desde entonces, su amante, la divorciada Camilla Parker-Bowles, es la figura más impopular del entorno Windsor. La encuesta del martes confirma esta opinión generalizada al demostrar que tres cuartas partes de, los consultados se niegan a, aceptarla como reina consorte.

La maquinaria para rehabilitar a Camilla funciona este verano a todo gas. El propio Carlos abona el terreno para favorecer la aparición en público de la pareja y su aceptación por parte de los británicos, y el mes pasado permitió que se dieran a conocer sus planes sobre la fiesta que preparó con motivo del 50º cumpleaños de ella. Él tiene 48.

La estrategia del príncipe está dando resultados., Según la consulta, el 55% de los británicos desea que se case y herede la Corona, frente al 44%, que defendía esta doble premisa el año pasa do. Igualmente ha descendido el porcentaje de opiniones, del 45% al 40%, que, se niegan a reconocerle como el futuro rey.

Pero si el talante de los británicos parece mejorar, la relación sentimental del príncipe fomenta graves divisiones en el seno de la Iglesia anglicana. Un tercio de los curas entrevistados recientemente afirma que negara su juramento al heredero. Y tres cuartos de los consultados se oponen a que la Iglesia. sancione una segunda boda de Carlos.

Estos resultados están en línea con la doctrina anglicana, que desaprueba el divorcio -la princesa Ana tuvo que viajar a Escocia para celebrar su segundo matrimonio- así como las relaciones extramaritales que Carlos mantuvo mientras convivía con Diana. Sin embargo, la jerarquía eclesiástica cierra los ojos a la vida privada del príncipe de Gales a pesar de que altos representantes -el archidiácono de York, George Austin, entre ellos- critican esta actitud benévola.

El arzobispo de Canterbury rompió finalmente su silencio el pasado día 5, durante una visita a Australia. Si el heredero de la Corona se vuelve a casar, señaló George Carey, "creará una crisis en la Iglesia". La jerarquía anglicana, según Carey, aceptará a un rey divorciado como jefe supremo espiritual y defensor de la fe, prerrogativa de los monarcas británicos, pero no coronara a un rey recasado.

La crisis que acarrea una segunda boda de Carlos conlleva un dilema constitucional que posiblemente concluirá con la separación del Estado y la Iglesia. El divorcio de ambas instituciones romperá con una tradición poco acorde con la actual estructura de la sociedad británica. El propio príncipe parece aceptar esta anomalía y ha dicho que desea ser "jefe de las fes", es decir, no sólo de la cristiana, sino también de la musulmana y la judía hacia las que Carlos ha tenido ya gestos.

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