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Reportaje:GATOS PARDOS: LA NOCHE DE LOS CAMPISTAS

Nómadas en concierto

Las terrazas veraniegas se extienden hasta los cámpings de la periferia madrileña

La terraza del bar del cámping de la Alameda de Osuna es un refrescante patio poblado de árboles. Cada noche de verano, salvo los viernes y sábados, organiza actuaciones en directo para solaz de acampados y de todo aquel que quiera acercarse desde otros lugares. Este cámping, uno de los más antiguos de España, se levanta en la linde del jardín de El Capricho.Es la noche del jueves 7 de agosto. Un poco antes de que la actuación del grupo All Togheter comience con canciones de los Beatles. Jorge Cruz, uno de los responsables de la terraza, recorre de un lado a otro el recinto para que todo esté controlado: "Menos mal que ya no somos el restaurante del cámping y no hay que dar cenas, sólo unos bocatas calientes y bebida, toda la bebida necesaria", comentaba mientras reconocía lo preparadas que vienen ahora las autocaravanas, con cocina incluida, que frecuentan el campamento.

Sobre lo que hace unos años era una vaquería y luego el restaurante del cámping, Jorge y dos amigos han instalado uno de los más singulares escenarios de actuaciones musicales que la noche veraniega de Madrid puede albergar. Conciertos para nómadas cosmopolitas que consumen el verano en tiendas de campaña, a precios bajos para conocer el mayor número posible de parajes bellos y refrescantes.

Katia y Lisa, dos lindas rubias finlandesas, no podían creer que un cámping tuviera tanta marcha como éste. Ellas se conocieron aquí el verano pasado por pura casualidad cuando las dos vinieron a trabajar, separadamente, como au-pairs . "Somos del mismo pueblo", decían en su balbuciente español, "y este año decidimos regresar sin obligaciones de trabajo". No era éste su destino. "Vamos hacia Andalucía, pero hemos parado en este cámping porque nos alucina que sólo a trescientos metros tenga una estación de metro [Canillejas]. No sabíamos que hubiera además con ciertos". Lo mismo les pasaba a Iñaki, Jon y Luis, tres donostiarras que continuaban camino la mañana siguiente a Benicássim, para asistir a un festival internacional de música. "Esperamos encontrar allí música más moderna que la de esta noche", lo de cantar a los Beatles les parece algo visto, "aunque nos lo estamos pasando de cine, casi ligamos con esas alemanas", y señalan a la mesa de al lado.

La terraza es un hervidero. Es una Babel en pequeñito. No hay afectación, nadie presume de tener una moto imponente, ni polo de marca ni gafas último grito. Es gente normal que viaja sin complejos.

"El trajín de extranjeras y extranjeros estimula el ligue" afirma Jorge Cruz. "Hay que ver lo que se monta aquí a partir de la medianoche", comenta. "Aunque bajamos el volumen de la música, no cerramos hasta las cinco".

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