Vergüenza en Gibraltar
Creo que fue José Antonio Primo de Rivera quien, refiriéndose al peñón de Gibraltar, sentenció que "España limita al sur con una vergüenza". Recién venido de unas vacaciones por Andalucía he de confesar que opino lo mismo que el fundador de la Falange, pero por razones bien distintas. No sentí vergüenza porque Gibraltar esté bajo soberanía británica (colonia, lo llaman), hecho que me trae sin cuidado, sino por el lamentable espectáculo, ofrecido desde el lado español, de unas colas tercermundistas para circular (¡a pie!) de un lugar a otro de la UE, y de un policía al viejo estilo, es decir, con cara de perro y entrenado para obstaculizar antes que para facilitar las cosas al ciudadano. Dado que mi hija, de dos años y medio, a pesar de no ser (lo juro) ni espía ni contrabandista ni pretender huir del continente a nado, no disponía de pasaporte, hubo de quedarse media familia a cada lado de la ridícula, absurda y anacrónica frontera, especie de puente Charlie de opereta. ¿Hasta cuándo? ¿Acaso nuestros gobernantes siguen creyendo, como creía Franco, que Gibraltar "caerá como una fruta madura"? Yo que ellos, en lugar de reivindicar el Peñón, lo promocionaría como una atracción turística más: el último reducto existente en España de las viejas y tristes maneras de la dictadura: el pasaporte en la boca, la cola, la restricción al libre desplazamiento, los restos de la verja erigida para que se entere la pérfida Albión. A las puertas del siglo XXI, con la unidad política y monetaria europeas al alcance de la vista, lo vergonzoso no es que aún existan "colonias", sino fronteras.-
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