Los golpes de un cilindro de acero empleado en las obras del metro hacen temblar varias casas en José Abascal
Eran sólo unas obras más de las muchas que horadan el subsuelo madrileño, pero alguno creyó que los sismógrafos se habían puesto a echar humo. Sucedió la tarde del martes en la calle de José Abascal, mientras los operarios trabajaban en la que será la futura estación de metro de Alonso Cano, en la línea 7. Podía haber sido una jornada de tajo como tantas otras, pero pasó lo imprevisible: los edificios más cercanos al meollo de las obras se pusieron a temblar, según apreciación unánime de los vecinos que en ese momento descansaban en sus viviendas. Los movimientos virulentos de una de las máquinas pesadas provocaron esta falsa -e inédita- percepción sísmica. La consejería de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes, de la que dependen las obras del suburbano, pidió ayer disculpas a los afectados."Yo estaba acostada, echándome la siesta", relató una vecina del portal 27, "pero la cama entera se movió del sitio. Y eso que la mía es de madera maciza ..." Su nevera, agregó, también echó a correr por la cocina adelante, con el estruendo consiguiente. Eran las cinco y media de la tarde, calcula esta mujer, y por un momento pensó que las entrañas de la tierra se retorcían. "Luego, me di cuenta de que era lo del metro y me tranquilicé", apunta.
En el primer piso de ese mismo portal, una señora confesaba haber tenido dificultades, tras un día tan ajetreado, para conciliar el sueño. "Después de toda una tarde de temblores, me metí en la cama con un miedo terrible", detalló. Y agregó: ''Porque temblaba, créame: temblaba todo. No es ninguna exageración".
"Avisaremos antes"
El director general de Infraestructuras del Transporte, Manuel Melis, aclaró ayer que el causante del desasosiego vecinal había sido el trépano, una enorme pieza cilíndrica de acero macizo que sirve para agrietar las láminas más duras e irreductibles del subsuelo. "En todo momento se ha seguido el proceso normal, y no creo que se pueda hablar de ningún problema", subrayó.Melis reconoció, no obstante, que su departamento no había avisado a los vecinos de la zona de la inminencia de unas cuantas sacudidas enérgicas. Hay ánimo de enmienda, eso sí. "Si tenemos que dar algún otro golpe de estos, lo avisaremos antes", prometió. Esta misma operación se había realizado, sin mayores problemas, en las obras de las nuevas estaciones de Islas Filipinas, Canal y Gregorio Marañón, de la misma ampliación de la línea 7.
La estación de Alonso Cano estará a 20 metros de profundidad (la actual cabecera de esa línea 7, Avenida de América, se encuentra a 36). Como curiosidad, el Instituto Sismológico de España se encuentra en la calle del General Ibáñez Ibero, relativamente cerca de José Abascal. "Los sismógrafos no registran este tipo de sacudidas artificiales, pero sí es cierto que el martilleo de la maquinaria pesada produce vibraciones que se extienden nítidamente por el subsuelo", explicó uno de sus especialistas.
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