'Sostenella'
EL GOBIERNO no va a modificar la ley de televisión digital: porque aquí mando yo. Con esta actitud chulesca y autoritaria, el Gabinete de Aznar está dispuesto a que la Comisión Europea le lleve ante el Tribunal de Justicia europeo para obligarle a modificar ese texto legal, que supone una grave "violación del orden jurídico comunitario", según el informe motivado de Bruselas. Eso sí, Rafael Arias-Salgado, ministro de Fomento -fomento, sobre todo, de los medios afines-, abrió la puerta en su comparecencia parlamentaria a una modificación de la ley de televisiones privadas para eliminar el tope del 25% en manos de un solo accionista. Claro que para eso podía haberse ahorrado el viaje al Parlamento, porque ese proyecto ya lo conocíamos a través del presidente de Telefónica, Juan Villalonga, que así se lo hizo saber a los banco! Santander y BCH para arrastrarlos a la compra de Antena 3 Televisión. Como suponíamos, el máximo ejecutivo de Telefónica se ha revelado un buen conocedor de los planes de su amigo Aznar.El Gobierno ha decidido así no retroceder ni un milímetro en este enfrentamiento con Bruselas que no tiene precedentes para nuestra país. La Comisión Europea ya ha anunciado que el 3 de septiembre volverá a examinar el caso y acudirá, si España no modifica su ley, al tribunal. La Comisión había abierto el portillo para una salida honrosa al sugerir una modificación parcial por la vía de un decreto-ley, mecanismo legislativo al que, por otra parte, se muestra tan aficionado este Gobierno. Pero no para esta ocasión.
El orgullo del Gobierno en la apuesta a ultranza por el multicript y por otros aspectos de la norma legal rechazada por Bruselas no debería haberle llevado a de fender lo indefendible ni a apurar el procedimiento has ta que lo resuelva el Tribunal de Justicia europeo. No sólo se hubiera ahorrado un largo litigio, sino también posibles indemnizaciones que previsiblemente saldrán del bolsillo de los ciudadanos por puro empecinamiento del Gobierno. Ahora, el único objetivo parece ser ganar tiempo. Sin importar la pérdida de credibilidad que supone para el país en su conjunto. La "inseguridad jurídica y el caos legislativo" que la Comisión aprecia en el ámbito de la televisión digital pueden extenderse a otras áreas con un Gobierno que no para en barras.
Con la imposición de un determinado. descodificador -casualmente el elegido por la plataforma gubernamental que encabeza Telefónica-, el establecimiento de limitaciones a la libre circulación de mercancías mediante especificaciones técnicas y la exigencia de una autorización administrativa para emitir televisión por satélite, la ley española "choca frontalmente con principios básicos del derecho comunitario", según el, dictamen de la Comisión, "favoreciendo marcadamente a una empresa", la plataforma digital impulsada por el Gobierno a través de Telefónica. Se trata de un dictamen que sonrojaría a cualquier Gobierno europeo, salvo, naturalmente, al de Aznar. La batalla de la Comisión no se limitará probablemente a la ley digital, sino que el Colegio de Comisarios tendrá también que. pronunciarse sobre la ley del fútbol. Y probablemente tendrá mucho que decir, en términos de la defensa de la competencia, sobre la toma de control de Antena 3 por parte de Telefónica, una compañía con derechos especiales, monopolios de derecho y de lecho, concesiones de carácter universal en cable, etcétera.
El colmo de la desfachatez es que el ministro de Fomento anunciara al tiempo su inmovilismo en la ley sobre televisión digital y su buena disposición para acomodar la ley de la televisión privada a los intereses de los nuevos socios de Antena 3. En. repetidas ocasiones hemos criticado el límite accionarial fijado por la ley que promovieron los socialistas, pero impulsar su reforma justamente cuando está en el interés de Telefónica parece un exceso aun para este Gobierno.
Se dice que es de sabios rectificar. Pero pocos sabios se divisan en este Gobierno. Desde luego, no Rafael Arias-Salgado. Rotos los puentes con una Comisión Europea a la que ha tratado de engañar en repetidas ocasiones, el titular de Fomento maniobra para ocupar un día, que espera no lejano, la cartera de Asuntos Exteriores. Mal asunto. No parece que el enfrentamiento continuado y el desdén hacia varios comisarios europeos sean la mejor carta de presentación para desempeñar ese cargo. Habida cuenta de que Europa es hoy al menos la mitad de nuestra política exterior.
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