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Tribuna
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Rosa Montero

Tres reflexiones más sobre la cuestión vasca: Primero: la justicia de la lucha contra la barbarie etarra nos obliga a no ignorar los 28 asesinatos del GAL. Que nadie aproveche el revuelo emocional de estos momentos para hacernos creer que es bueno comerse a los caníbales. Si queremos ofrecer un proyecto de coexistencia y una opción ética, es imprescindible que el GAL no se perdone ni se olvide.

Segundo: toda esa ola de solidaridad, ese sentirse hermanos en la tolerancia y contra el infierno, se ha articulado en torno a la muerte de un concejal del PP. No puede haber un ejemplo más conmovedor y más elocuente del triunfo de la convivencia en nuestro país, del cerrojazo final a las dos Españas. Las opciones políticas de unos partidos u otros siguen siendo distintas, pero ya no nos degollamos por esas diferencias. Hemos atravesado juntos la puerta del futuro.

Y tercero: los separatistas no son terroristas. El renunciar a la atrocidad de ETA y HB no implica tener que renunciar, como es evidente, a las aspiraciones abertzales. Por ejemplo, Atutxa, que probablemente sea el político que más respeto y admiro del Estado, aspira a la independencia final del País Vasco. Pero no a cualquier precio, por supuesto. Se me ocurre que los abertzales deberían expulsar a la veintena de mafiosos que hoy dirige HB y renovar la coalición, o bien crear un nuevo partido: estoy segura de que condenando las salvajadas etarras conseguirían muchos más seguidores para su causa. No parece que ampararse en el horror les haya servido de mucho, aparte de llenarles el corazón de mugre: sólo cuentan con un 12% de los votos, y el porcentaje desciende año tras año. Y es que el independentismo es una aspiracion plenamente legítima que ETA y los dirigentes de HB. les están robando.

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