Tribunal de La Haya condena al serbobosino Dusan Tadic a 20 años por crímenes de guerra
Dusan, Dusko, Tadic dejó traslucir una ligera emoción cuando escuchó ayer a la juez que presidía la sala del Tribunal para la antigua Yugoslavia la sentencia que le condenaba a pasar 20 años en prisión. Los jueces consideran que Tadic, un serbobosnio de 41 años, casado y padre de dos hijos, participó en una campaña de limpieza étnica que incluye crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Tadic, detenido en Múnich en febrero de 1994, es el primer serbobosnio condenado por el Tribunal de La Haya en sus cuatro años de vida. El anterior condenado fue un, croata.
Después de asegurarse de que el antiguo tabernero y ex instructor de karate recibía claramente la traducción simultánea a través de los auriculares, la juez norteamericana Gabrielle Kirk McDonald, que miraba al reo directamente a los ojos, recordó que Tadic trabajó como guardián en campos de concentración como los de Omarska -que se hizo tristemente célebre por las imágenes de televisión de famélicos prisioneros tras una alambrada de espino-, Trnopolje y Keraterm, todos en la zona cercana a Prijedor.La juez le acusó de participar en el brutal asesinato de dos musulmanes y en la tortura y todo tipo de malos tratos físicos y psíquicos de los que un día fueron sus vecinos y amigos en la región de Prijedor, al noroeste de Bosnia. "Cometió estos crímenes con intención y con sádica brutalidad, usando cuchillos, barras de-hierro, la culata de una pisto la, palos...".
La juez aseguró que Dusko Tadic había adoptado una conducta cruel y brutal contra los musulmanes como parte del programa de limpieza étnica y genocidio que acometieron los ultranacionalistas serbios a las órdenes de Radovan Karadzic y Ratko MIadic. "Usted respondió a esta campana y debe aceptar la responsabilidad por su conducta criminal", le dijo tras recordar que había colaborado en la deportación de ciudadanos a los campos de concentración, consciente de lo que les esperaba.
Tadic, de pie y flanqueado por dos policías, de las Naciones Unidas, escuchó pálido los argumentos de la juez, en algún momento con los ojos empañados y un ligero temblor en los labios. Su emoción creció levemente cuando empezó a escuchar
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