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TODO EL PUEBLO CONTRA ETA

El cortejo enlutado

Las mujeres de los pueblos marineros de Galicia saben que un día el mal genio del mar puede vestirlas de negro. En Asturias, es la tierra inquieta de las minas la que deja, periódicamente, irremediablemente, viudas y huérfanos. Ayer, en Ermua, entre Guipúzcoa y Vizcaya, hacía un día gris y llovía. Desde el cementerio, situado en la falda de una montaña, muy cerca de una cantera, se veía venir al cortejo fúnebre, los hombres y las mujeres vestidos de negro.Sólo se distinguían en la distancia la cabeza rubia de María del Mar, la novia de Miguel Angel, y una . procesión de hombres enlutados. Eran los ministros y los diputados, el presidente de la nación y el Príncipe heredero, pero de lejos, desde el alto del cementerio, parecían vecinos de una aldea gallega o asturiana, pescadores o mineros que ve nían a enterrar con resignación a la última víctima del mar o de las minas. Pero aquí, desde hace tantos anos, la lacra que se lleva a los hombres y a las mujeres a la tumba o a la cárcel es el terrorismo. Al mar o a la mina no se le puede decir ¡Basta ya!, pero a los terroristas...

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Todo distinto

Los vecinos de Ermua -hartos de vivir con el miedo pegado a la frente- están convencidos de que sí. Decían ayer que el único concejal de Herri Batasuna [que colocó en el balcón de su casa un lazo negro en señal de duelo] lo va a tener difícil en el pueblo a partir de ahora. Tan mal como los dueños de los bares o de las tiendas que., hasta hace unos días, se jactaban de mirar con buenos ojos las acciones terroristas de ETA.Antes de que los terroristas matarán a Miguel Ángel, los vecinos soportaban en silencio cualquier provocación. Ayer, las cosas ya eran distintas. En medio de la marea de sábanas blancas con crespones negros colgados de los balcones, había una ikurriña con una leyenda con olor a provocación. La leyenda decía: "Euskalerria Presoak. Irabazi arte Jotake (Los presos a Euskadi. Pegar duro hasta conseguirlo)".

Detrás de la bandera, las persianas bajadas de la vivienda denotaban que los dueños no estaban. "Un día tendrán que volver", decía Pedro, empleado de banca. "Ojalá sea para recoger sus cosas y marcharse, si no, lo van a tener muy difícil".

Las viudas del mar y las de las minas, y las viudas del terrorismo. El sábado pasado, a la hora del aperitivo, tres mujeres paseaban por la calle peatonal de Loyola en San Sebastián. La memoria de los viandantes las situaba juntas. Las reconocía. Una de ellas se llamaba María del Carmen, otra se llamaba Koro y la tercera Susana. Eran las mujeres de Francisco Javier Gómez Elósegui, funcionario de prisiones, asesinado; de Eugenio Olaciregi, vendedor de bicicletas, asesinado y de Patxi Arratibel, empresario, asesinado. Ellos tres fueron asesinados por la banda terrorista ETA; ellas tres, son viudas por ETA.

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