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Los aspirantes a las 756 plazas del hospital de Alcorcón atascan la M-40

F. Javier Barroso

El pabellón 8 del recinto ferial del Campo de las Naciones se cubrió ayer con 8.000 asientos para albergar en varias tandas a los primeros 33.000 opositores de la convocatoria para cubrir 756 plazas del nuevo hospital de Alcorcón. Más de 75.000 aspirantes pasarán este fin de semana por el pabellón. En la primera jornada de exámenes de esta segunda fase del proceso de selección (la primera consistía en la presentación de un currículum) hubo muchos nervios y algunos retrasos ocasionados por un gran atasco en la M-40.

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Un examen muy concurrido

El periplo de los 33.000 solicitantes que se examinaron ayer comenzó mucho antes del inicio de las pruebas. Una cola de más de 400 personas podía verse desde las siete de la mañana en la zona de Nuevos Ministerios. Eran algunos de los que optaron por el transporte público para acceder al recinto ferial. Los que prefirieron el vehículo particular no lo tuvieron mejor. Un gran atasco en la M-40 impidió que muchos examinantes llegaran al comienzo del examen -las ocho de la mañana-.La incidencia ya estaba prevista. El comienzo real del primer turno (de los cuatro en total que hay durante cada día) se retrasó una hora. Los nervios provenían más del tráfico que de la propia prueba, según comentaron muchos de los que esperaban delante de las seis puertas por las que se accedía al recinto. "Yo venía muy nerviosa porque llegaba tarde. Vivo en Fuenlabrada y eso está muy lejos. No sé cómo lo han hecho aquí, en la zona norte, estando el hospital en la zona sur", comentó a la entrada Amalia de Castro, que se examinaba para el área del control de sanidad.

Una decena de personas daba entrada a los aspirantes en cada puerta después de que éstos se identificaran con el carné de identidad o el permiso de conducir. Las hojas de examen eran nominales, lo que retrasaba la entrada de los aspirantes. Cada uno tenía que ir a una sección -30, en total- a la que se accedía desde una puerta en concreto.

Ya en su puesto había que esperar a que el resto de aspirantes (unos 8.000 por cada turno) ocupara sus asientos. Este momento era el más crítico para los opositores. Unos se limpiaban las gafas, otros se tocaban el pelo mientras movían las piernas sin cesar. La mayoría preparaba el lapicero con el que había que rellenar la hoja de examen. Un ordenador se encargará de las calificaciones.

Mientras, la voz femenina de la megafonía daba las instrucciones a los concursantes. Hablaba con tanta lentitud que resultaba complicado entenderla. La primera prueba consistió en un test psicotécnico. Se daban 17 minutos para hacerlo.

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La segunda parte se basaba en preguntas sobre la personalidad del aspirante. Para ello contaban con 30 minutos. Algunos tardaron la mitad del tiempo. Otros, con signos de nerviosismo o de falta de concentración, agotaban el plazo. "Buscarnos sobre todo gente acorde al puesto de trabajo. Por ejemplo, una persona de urgencias tiene que ser resuelta mientras que una de admisión debe ser más sosegada", comentó el gerente de la Fundación Hospital Alcorcón y presidente de la mesa de contratación de personal, Nicolás Pombo.

Los representantes sindicales destacaron la normalidad del proceso. En su opinión, se estaban respetando los derechos de los solicitantes. "Ya me gustaría a iníque todas las oposiciones y exámenes que hacemos fueran así de claros", puntualizó José Antonio Molero, de CC OO.

La asistencia a cada uno de los cuatro turnos fue muy alta: una media de un 85% -más de 7.000 personas-, lo que fue considerado como un porcentaje muy alto por el gerente de la FHA.

Salida rápida

La tardanza en la entrada contrastaba con la rapidez en la salida del pabellón. No más de cinco minutos eran suficientes para dejar libre el local. A la salida unos respiraban tranquilos y comentaban que les había resultado muy fácil. Las preguntas eran sencillas. También los había tajantes. "El examen es una forma de sacar dinero y de cargarse al 99,9% de los que nos presentamos. Es una auténtica pantomima", comentó una aspirante.Los aspirantes pararon a las doce en punto y guardaron un minuto de silencio por el secuestro del concejal del PP, Miguel Ángel Blanco Garrido. Un cerrado aplauso hizo que se recuperara la calma.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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