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Tribuna
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Solos

Con desaliento doy por concluido el repaso. Iba buscando un titular. Este titular: "En Marte no hay marcianos". Al parecer, no se trata de una noticia. Toda la infancia se nos fue haciendo cálculos sobre las posibilidades de encontrarlos. Y todavía calculábamos, cuando alunizaron en el Mar de la Tranquilidad: la Luna era inhóspita para la vida, pero en Marte... Luego se instaló un largo silencio: tal vez el silencio de la adolescencia y la edad adulta. Hace meses, el letargo se acabó: unas pruebas sofisticadas, confusas e inciertas tendían a demostrar que en Marte había signos muy rudimentarios de una antigua vida. Ahora hemos sabido que se trataba de preparar el terreno: para seguir asegurando la financiación de¡ proyecto Marte y para que la decepción -la decepción que los científicos presagiaban ante la nula evidencia marciana- se compensara. Sin embargo, el temor a la decepción era infundado. Si ningún periódico trae el titular que buscaba es por una razón muy simple: nadie cree en los marcianos. En realidad, ya nadie cree en su pasado, pero ésa es otra columna. Los únicos que mantienen la fe son los diccionarios: "Supuesto habitante del planeta Marte", aún los definen con enternecedora esperanza. En la lengua de uso, marciano quería decir también fuera del mundo y su lógica. No sé qué deberá hacerse con los disidentes del pensamiento único: quizá quepa repatriarlos, ahora que ya conocemos el terreno.La Pathfinder se mueve y husmea rocas entre la helada indiferencia del mundo. Los últimos obstinados creen haber divisado ¡un sofá! en la desolada llanura: cómo se delata la nostalgia imposible del living marciano. A final de milenio, los hombres parecen haber asumido su extrema soledad. Afuera, nadie habla ni escucha. Hace frío. Nadie sabe más. Eso es todo.

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