La revancha del referéndum perdido
Los máximos representantes; de los 16 países miembros de la OTAN se han reunido once años después del referéndum que ratificó la permanencia condicionada- de España en la Alianza Atlántica. Los cambios producidos desde aquella traumática consulta sobre política exterior, transmutada deslealmente por los adversarios del Gobierno socialista en un litigio de política interior, son, espectaculares; Madrid desempeña esta semana el papel de anfitrión de la cumbre y el secretario general de la Alianza Atlántica es Javier Solana, un político demócrata formado en la oposición a la dictadura franquista, partidario hasta 1982 de mantener a España fuera de la OTAN y con un brillante historial como ministro de Cultura, Educación, Asuntos Exteriores en los gobiernos de Felipe González.La misión de paz en Bosnia bajo mando de la OTAN ha contribuido a modificar los reticentes juicios de muchos españoles sobre la organización. De otro lado, la prodigiosa aceleración de la historia a partir de 1989 ha dejado tras de sí la caída del muro de Berlín, la quiebra de la Unión Soviética y la recuperación de la democracia por los; países de Europa central y oriental. La geopolítica ha obligado al cambio de objetivos de la Alianza Atlántica, una organización militar promovida en 1949 por Estados Unidos para contener a la Unión Soviética; la firma el pasado 27 de mayo de un acuerdo con Rusia, que clausura cuatro décadas de guerra fría, permitirá a la OTAN redefinir su estrategia, su estructura militar y su composición; Polonia, Chequia y Hungría, países fundadores del antiguo, Pacto de Varsovia (la réplica soviética al Pacto del Atlántico Norte), son los tres primeros; candidatos a la ampliación.
Hasta 1989, los movimientos pacifistas de la Europa democrática denunciaban los propósitos agresivos; de la OTAN contra la Unión Soviética como la causa del probable desencadenamiento de la Tercera Guerra Mundial; aunque la historia haya mostrado la incorrección de ese diagnóstico, algunos antiguos augures de la catástrofe nuclear, lejos de reconocer la equivocación de sus pronósticos, denuncian también ahora la ampliación y la remodelación & la Alianza Atlántica como una amenaza para la, paz mundial. Si el renacimiento de los fundamentalismos religiosos, injertados en regímenes autoritarios dotados de moderna tecnología militar, no bastase para desmentir los análisis de esos monopolistas; de los sentimientos humanitarios, la guerra civil en la antigua Yugoslavia y los conflictos nacionalistas de la ex Unión Soviética mueven a desconfiar de unos planes de paz diseñados para un mundo, concebido como una amable variante de Disneylandia.
La ofensiva anti-OTAN de IU -una coalición organizada en el rebufo del referéndum de 1986 por los derrotados partidarios del no- desemboca en la exigencia. de un nuevo referéndum: la iniciativa se justifica por la próxima remoción parlamentaria de una de las tres condiciones restrictivas (la no incorporación a la estructura militar integrada de la Alianza Atlántica) con que el Gobierno socialista trató en 1986 de endulzar a una renuente ciudadanía el trágala de la adhesión a la OTAN. Por mandato constitucional, la consulta adoptaría la forma de un referéndum consultivo que sólo podría ser convocado por el presidente del Gobierno, previa autorización del Congreso. Aznar no está por la labor y la abrumadora mayoría de la Cámara baja (populares, socialistas y nacionalistas) respalda su desgana; sin embargo, Anguita seguirá paseando esa reivindicación plebiscitaria por su solitaria orilla (sin perjuicio de cruzar a nado el río cuando el PP le pida ayuda en votaciones difíciles) con el agridulce recuerdo de los buenos viejos tiempos del referéndum perdido de 1986 y con la secreta esperanza de conseguir alguna vez la revancha.
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