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Tribuna
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Vitali Kokorín

El rey del melocotón y la nectarina

Carlos Arribas

Ayer fue 8, hoy se corre la cuarta etapa. Date, el 84. Qué suerte, hemos descubierto al nuevo Berzin. El dorsal 84 es ruso, es rubio, es bajito (1,74 metros), tirando a gordito (68 kilos), pero no se llama Eugeni. Se llama Vital¡ y se apellida Kokorín. Pero, oh fortuna, coincide que es el más joven del Tour: nació en enero de 1975. Neoprofesional y debutante en una gran ronda. ¿Estaremos ante un nuevo Ullrich, el más joven del Tour de 1996, que a punto estuvo de ganarlo?"Desilusionaos", dice enseguida Massimo Ghirotto, el gigantesco ex ciclista italiano que oficia como director del Roslotto, el equipo de Kokorín. "Un Berzin, un Tonkov, un UlIrich salen uno cada 20 años. Vital¡ es simplemente un corredor de talento que busca su hueco en el pelotón". 0 sea, estamos ante otro sujeto perdido, otro actor anónimo del Tour. Sin embargo, Ghirotto, aquel astuto corredor que ganaba etapas en fugas de grupo cuando todo el mundo pensaba que era el peor de los escapados. Ghirotto da razones para la esperanza. "Está en el Tour tan joven porque tiene talento, es decir, sabe lo que quiere, y los jóvenes de talento no pueden perder el tiempo estudiando en la escuela, tienen que ir directamente a la universidad, y en el ciclismo la universidad es el Tour".

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Kokorín es jovencito, pero nada tímido. No se siente en absoluto intimidado por la grandeza y el gigantismo de la carrera francesa. "Nada, no estoy en absoluto impresionado y tampoco me preocupa ser el más joven". Y tampoco parece importarle llamar la atención por la sonoridad de su apellido, casi la onomatopeya del canto del gallo. "He estado repasando la clasificación y me he encontrado con un nombre rarísimo, Kokorín. ¿Quién será éste?", decía Arrieta, el corredor del Banesto.

A diferencia de todos los ciclistas occidentales, que recuerdan con precisión cuál fue su primera bicicleta cuando eran unos niños y la forma en que se habían hecho con ella, Kokorín no puede acordarse sencillamente porque nunca tuvo una propia. "A los nueve años ingresé en un club de mi ciudad, Celiabinsk, y allí las bicicletas eran un bien colectivo", dice Kokorín en un fluido italiano. "Llevo en Italia más de tres años. A los 19 llegué allí con la selección rusa amateur y me quedé en un club amateur que me ofrecía alojamiento y dinero para gastos". Kokorín dejó en Rusia a sus padres y hermanos porque estaba decidido a ser ciclista profesional. "En Rusia el ciclismo no es un deporte famoso, y, además, en Italia hay mejores sueldos". En Italia se ha quedado, en un pueblo cercano a Bérgamo, cerca de donde vive Tonkov y con el ganador del Giro de 1996 sale a entrenarse a diario. "No me dice nada especial cuando vamos juntos", dice, y rompe en carcajadas cuando le preguntamos si su novia también es española, como la de Tonkov. "No, la mía es italiana".

¿Qué puede dar de sí como ciclista este joven que se califica como especialista de media montaña? "No sé", responde Ghirotto. "Está fresco de cabeza porque ha corrido poco este año, pero si veo que sufre demasiado, a lo mejor lo retiro a la mitad".

Kokorín se labró un buen palmarés en el ciclismo aficionado italiano. Entre sus nueve victorias de 1996 destacan, por el exotismo de su nombre, una etapa y la general de la Vuelta del Melocotón y la Nectarina, en Imola. "Sí, ha ganado carreras de amateur, pero las profesionales son otra cosa". 0 sea, que hasta que no demuestre lo contrario, Kokorín seguirá siendo el rey del melocotón y la nectarina.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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