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Reportaje:EXCURSIONES: DEHESA BOYAL DE EL BERRUECO

Solo bueyes y 'bacas'

Los prados comunales mantienen vivos los viejos usos ganaderos y la vegetación de la sierra norte

Hoy, que todo hijo de vecino domina el francés, el italiano, el catalán, el basic, el chiquitistaní... y que incluso Mr. Gil, con sus dos ochavos de inglés, despacha a los corresponsales extranjeros en la . lengua de Shakespeare, pocos sabrían decir, empero, qué significa la castellanísima expresión dehesa boyal. No fatiguen ningún léxico al uso, pues tan sólo el Diccionario de voces españolas geográficas de la Real Academia de la Historia -un tesauro que acaba de cumplir 200 años oculto entre los polvorientos rimeros de las librerías de viejo-, da en el clavo bajo el título. boyal."Aplicase al terreno destinado al pasto de los ganados vacunos de la labor". O sea, animales de tiro o de labranza, mayormente bueyes; de ahí su nombre.En castellano tosco y rudimental, para que todo hijo de villanchón lo pudiera entender, estaban escritas las ordenanzas que regulaban el uso de las dehesas boyales en la sierra norte madrileña: "... que nyniguna persona pueda, traer en la dehesa nynguna rres si no fuere bueyes y bacas que aren de continuo y si otra rres entrare (...) mal domada o de otra manera que ande rrevelde pague de pena ..."

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Para todos los públicos

Tierras del común

Aquéllas eran tierras del común, acotadas y muy próximas a los pueblos, por ser en ellas donde se recogía y apacentaba el ganado de uso diario. Andando el tiempo, al abandonarse los cultivos de centeno y de trigo tremesino, desaparecerían con ellos los arados, los carros y las yuntas, pero persistiría la costumbre de reservar la boyal para pasto de bovinos, así como la de consagrar un día al año a reparar -todos a una- su cerca de piedra seca. Y así es como sigue ocurriendo en la hermosa dehesa de El Berrueco.Desde la plaza de la Picota -así llamada por levantarse en su justo medio el rollo o pilón del siglo XVI, en que se exponía a los reos a la vergüenza o se colgaba la cabeza de los ejecutados, privilegio del que sólo gozaban los lugares con título de villa- el caminante saldrá de El Berrueco por la carretera de Torrelaguna.

Poco antes de llegar a la señal de fin de población, deberá tomar a mano derecha por una pista de tierra que bordea por el exterior la pétrea linde de la dehesa, la cual pista habrá de seguir, dando un agradable rodeo de dos horas de duración en el sentido de las agujas del reloj.

A la vera del camino, el excursionista se topará con los grandes bolos de granito (o berruecos) que son la nota distintiva del paisaje local.

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Luego encontrará un paso canadiense -consiste en unas vigas de hierro dispuestas sobre el terreno de forma transversal, que las vacas no osan cruzar por temor a meter la pezuña en los intersticios-, donde deberá optar por el ramal izquierdo de la bifurcación que allí mismo se le presente.

Alejándose momentáneamente del murete de la dehesa, el caminante tendrá ocasión de visitar las ruinosas parideras donde hasta hace no mucho los pastores encerraban sus cabras y ovejas, lo que les dejaba las noches libres para largarse a El Berrueco a dormir a pierna suelta o a lo que se terciase.

Más adelante, en una vaguada enmarañada de jarales -señal de antiguos cultivos abandonados-, se hallaba en tiempos pasados el pueblo de Valcamino, del cual se dice que estuvo habitado hasta cierto día de mediados del siglo pasado, en que habiendo celebrado sus 30 vecinos un banquete de bodas, fenecieron de modo misterioso y unánime, probablemente envenenados por el cardenillo que oxidaba los calderos de cobre. Si ello no es verdad, reclamen al vaquero que anda con el cuento por estos andurriables.

Paso canadiense

Por la ladera de enfrente de la vaguada, suben unas rodadas que conducen de nuevo hasta la cerca de la dehesa y, poco. después de otro paso canadiense, hasta un portón metálico por el que hay que adentrarse en este vasto prado salpicado de enormes enebros, melojos, arces de Montpellier y fresnos trasmochos -podados a la altura de la cruz para aprovechar el ramón-Monte abajo, corre hacia El Berrueco un sendero: sólo para bueyes, bacas y excursionistas.

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