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PATRIMONIO

La EMV integra en sus edificios restos de la muralla del siglo XI

Los hay con suerte. Algunos madrileños privilegiados presumen de buenas vistas; ahora los habrá que se vanaglorien de contar bajo sus pies con un pedacito en piedra de la historia más pretérita de la ciudad. La Empresa Municipal de la Vivienda (EMV) ha emprendido un plan para integrar en edificios de nueva construcción los fragmentos que van emergiendo de la segunda muralla de Magerit, aquella que mandara construir Alfonso VI a finales del siglo XI nada más conquistar la ciudadela.

Del primer Madrid medieval, el que fundó el emir de Córdoba Muhanimad I en la segunda mitad del siglo IX, se sabe algún que otro secreto desvelado por los restos de la Cuesta de la Vega. Del segundo recinto amurallado sólo, se conocía, algún pequeño tramo visitable en la calle del Almendro. Ni siquiera está clara su condición de cristiano podría basarse en un trazado musulmán-, aunque nadie discute su encanto. "No se trataba dé una muralla prodigiosa", confiesa la arqueóloga Elena Serrano, "pero me parece delicioso- irla rescatando. Eso sí, la árabe tenía más entidad"El fragmento más notable de la segunda muralla se está rehabilitando en el número 10 de la Cava Baja, que servía de foso extramuros. En ese inmueble, en el que también se advierte el pilar de una corrala del siglo XVIII, la restauradora Sacramento Consuegra (con la ayuda de 11 alumnos del Instituto Madrileño de Formación y Empleo) ha acristalado los restos y eliminado "los muchos chorreones de hormigón, tierra y cemento que el tiempo ha ido dejando".

EI siguiente paso en el emerger del histórico trazado se encuentra en el solar de Mancebos, 3. En esa parcela acaba de recuperarse un fragmento de unos siete metros de longitud y cuatro de altura. "No es la muralla de Ávila, pero es lo único que tenemos de la época de Alfonso VI", recalca la directora de rehabilitación de la EMV, Ana Iglesias. Este departamento municipal ha convocado, en colaboración con el Colegio de Arquitectos, un concurso para integrar este vestigio en la futura edificación.

Para rematarla faena, los estudiosos han calculado dónde se encontraba la puerta de Balnadú, una de las principales entradas a aquella ciudad de apenas 24 hectáreas (la quinta parte de lo que hoy es el Retiro), y se han llevado una sorpresa. Las líneas hipotéticas sobre el plano aciertan a señalar. al mismo epicentro del Teatro Real, debajo, como quien dice, de La araña.

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