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LA ENTREGA DE HONG KONG

La integración económica favorece el entendimiento de China con la colonia

Hong Kong no tiene otra elección que volver a China. Pero China no tiene otra posibilidad que ir hacia adelante en su proceso de reformas", asegura Michael DeGolyer, profesor de la Universidad baptista de Hong Kong que, desde 1991, realiza regularmente encuestas a la población del territorio. Expresa así la convicción de que si la reunificación se salda con la decadencia del territorio, el destino mismo de China lo sufrirá. La integración de las dos economías es tal, que ambas partes de la frontera están "condenadas a entenderse".

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A decir de los analistas, "la transferencia de soberanía viene a sancionar una integración económica ya realizada". Porque el entrelazamiento de los dos destinos no data de ayer, ya que China siempre ha sido la razón de ser de Hong Kong. La colonia fue utilizada como almacén de comercio entre el Este y el Oeste hasta la guerra y como tierra de asilo y de industrias desde el cierre del país con el comunismo en 1949. Hong Kong ha sido un punto de paso hacia el mundo desde que China se abre de nuevo. Sólo el espectáculo del increíble tráfico que, cada día, arrastra no menos de 800 barcos, 72 aviones, 200 trenes y 26.000 vehículos de un lado a otro de la frontera, ilustra la imponente realidad de esta integración.Pero, fue en 1979, cuando Deng Xiaoping lanzó su política de apertura de China, cuando la interrelación de las dos economías tomó de verdad forma. Ya en esta época, los industriales trasladan sus fábricas al otro lado de la frontera debido al aumento de los costes laborales en la colonia.

Hong Kong ha vivido una compleja revolución industrial y hoy no emplea en ese sector más que a 370.000 personas, frente a las 870.000 de hace menos de veinte años, y genera menos del 9% del PIB del territorio. Sin embargo, la relocalización de sus fábricas ha beneficiado claramente al territorio, cuyo puerto, el primero del mundo, no ha dejado de desarrollarse. Desde la apertura china, el comercio entre el continente y Hong Kong se ha doblado cada cuatro años. La colonia tiene una posición estratégica, ya que el 48% de las exportaciones chinas pasan todavía por Hong Kong.

Con la firma de la declaración conjunta chino-británica, en 1984, que fijaba el retorno de Hong Kong a China, aparece una segunda etapa en la integración. China no sería ya sólo una tierra de producción a bajo precio, sino también un mercado potencial considerable. Los grupos económicos de Hong Kong comenzaron a invertir en proyectos de infraestructuras. be esta forma, Hong Kong se convierte en el primer inversor extranjero con el 60% de las inversiones.

Pero la implicación es doble. Pekín ha desplazado a sus elementos más brillantes a formarse en las sutilezas del capitalismo. Han creado filiales y adquirido participaciones minoritarias en los grupos locales. En 1979 no había más que 122 sociedades de la República Popular. Hoy, la asociación de empresas chinas en Hong Kong posee cerca de 1.800 y emplea a 53.000 personas.

En el lado negativo, el territorio británico se ha convertido bajo los ojos de las autoridades locales en lugar de blanqueo de dinero clandestino, ofreciendo a los diferentes actores económicos del continente uña pantalla entre sus negocios y las autoridades chinas. Además, la acumulación en Hong Kong de obligaciones bancarias hacia las instituciones chinas, la incierta solvencia y la contabilidad por aproximación del continente, podrían representar un riesgo importante para el sistema financiero. Por ello, la interrelación de las economías no está del todo terminada y puede reservar todavía sorpresas.

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