El fin de las pleitesías
La muerte de Velázquez cuestiona el futuro del viejo sindicalismo mexicano
Tristes fueron los funerales de don Fidel Velázquez. La explanada de la sede de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) estaba preparada para recibir a riadas de trabajadores compungidos, que rendirían homenaje a su anciano dirigente. Pero las masas atribuladas nunca llegaron. Aparecieron, eso sí, 800 obreros de la Chrysler que habían recibido uniformes nuevos y la promesa del pago de horas extra por el tiempo que estuvieran en el sepelio. Ante el cadáver, instalado en un ataud premier de caoba, desfiló en cambio la flor y la nata del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que rige los destinos de este país desde 1929.Estas imágenes resumen la historia del hombre que llevó las riendas del sindicalismo oficial mexicano durante 60 años y que convirtió al movimiento obrero en uno de los pilares más sólidos del régimen autoritario nacido tras Revolución de 1910. Hombre y régimen crecieron juntos y enfermaron juntos. Por eso en el ataud de caoba muchos han visto la metáfora de la muerte del sistema.
Fidel Velázquez llegó con el siglo y con el siglo se va. Había nacido en 1900, en una familia campesina. A los veinte años comenzó a trabajar como lechero y encaminó sus pasos en la lucha obrera. Atornillado a la secretaría general de la CTM desde 1941, que contribuyó a fundar cuatro años antes, Velázquez logró deshacerse: de sus rivales (básicamente socialistas y comunistas) y condujo al sindicato a los brazos del partido en el poder.
Desde entonces don Fidel se convirtió en una pieza clave del sistema. Acompañó en primera línea a nueve presidentes, que le temían y respetaban. Hizo de la CTM, que cuenta con seis millones de afiliados, una fábrica de votos para el PRI, a cambio de prebendas, favores y silencios. Apoyó todas. las políticas económicas de los sucesivos Gobiernos: desde el proteccionismo populista de los años setenta al liberalismo económico de los ochenta.
Su fidelidad al régimen no tenía fisuras. En 1968 no sólo respaldó la matanza de decenas de estudiantes en la plaza de Tlatelolco, en la capital mexicana, sino que además llamó a los trabajadores a "liquidar" ese "movimiento atentatorio de la mexicanidad". Lo mismo haría casi treinta años más tarde, cuando ya desde su silla de ruedas pidió "el exterminio" de la guerrilla zapatista de Chiapas. "Fidel Schwazenegger", lo llamó entonces el subcomandante Marcos.
"Fidel Velázquez fue la versión mexicana del estalinismo: la dictadura sobre el proletariado con el nombre de la Revolución", afirma el antropólogo Roger Bartra. "Representó autoritarismo, la represión, el si tema de partido único, la coptación de organizaciones populares y la corrupción".
La posición omnipotente se don Fidel se fue debilitando a golpe de crisis económicas y financieras, que azotaron a México a partir de los años ochenta. El deterioro del ivel de vida de los trabajadores, cuyo poder adquisitivo ha reducido en un 60% en los últimos 16 años, y los escándalos corrupción que han salpicado partido oficial dejaron sin argumentos al viejo sindicalista, que en estos dos últimos años llegó incluso a prohibir el desfile del día 1 de Mayo para evitar altercados.
La muerte de don Fidel abre ahora las incógnitas sobre el futuro del movimiento obrero mexicano. El anciano ha dejado todo bien atado. Su sillón será ocupad por Leonardo Rodríguez Alcain que con 78 años es el más joven de la cúpula directiva de la CTM. En el próximo congreso del sindicato (en febrero de 1998, está previsto que pase el testigo al sector "renovador", que significa en realidad a alguien con menos años. El presidente Ernesto Zedillo ha pedido la central que mantenga su alianza con el Gobierno. Y eso se da por descontado.
Pero las grietas se han ensanchado. Los sindicatos disidentes, agrupados en torno al llamado Foro de los 21, son cada vez más influyentes entre una clase trabajadora cansada de sentirse utilizada y encima tener que pagar los platos rotos. Los partidos de oposición avanzan a pasos agigantados, amenazando por primera vela hegemonía del PRI. Sin ir más lejos, dentro de dos semanas, el próximo 6 de julio, México celebrará elecciones legislativas y municipales. Las encuestas indica que el partido oficial podría perder la mayoría en la Cámara de Diputados. El sistema se tambalea. Y con él, el viejo edificio sindical, la obra magna de don Fidel.
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