Chuchos de postín
La Asociación de Amigos de los Animales celebra un concurso de perros sin pedigrí en San Agustín
El dueño de Ator una mezcla de husky siberiano con pastor belga, estaba dispuesto a impugnar el concurso si a su perro no le hubieran elegido el más guapo. "Es que si no gana con estos ojos que tiene", apostilló orgulloso y en tono jocoso el propietario, mientras enseñaba la cara de su can. No era para menos. Ator, de pelaje zaino y con unos ojos azules de impresión, ganó con todas las de la ley la medalla de oro al chucho más guapo, una de las modalidades del concurso de perros sin pedigrí que ayer se celebró en el Hospital Veterinario Sierra de Madrid, ubicado en San Agustín de Guadalix.El concurso estaba organizado por la Asociación Nacional de Amigos de los Animales (ANAA) y tenía un doble objetivo. Por una parte, hacer propaganda de los perros mezclados -para muchos, más inteligentes que los de rancio abolengo- y por otra, concienciar a la gente para que no compre canes con pedigrí y se decidan a adoptar a los que no son pura sangre y la gente abandona.
De hecho, la mayoría de los cerca de 130 perros que ayer participaron en alguna de las nueve modalidades en las que se- dividió el concurso -hubo premios para el más grande, el más pequeño, el más peludo, el más guapo, el más feo, el más obediente, el más simpático, el más orejudo y el más chato- habían sido adoptados por sus actuales dueños después de ser abandonados por sus primeros propietarios.
Nanú, con rasgos de mastín y ganador del premio al más grande, fue acogido por Miguel Ángel Ramos después de haber sido abandonado con tan solo dos días de vida en una carretera.
Pero quizá el ejemplo, más emotivo y famoso de estas adopciones sea Roberto. Este pastor de aguas fue noticia a comienzos de año porque su dueño le abandonó en el aeropueto de Barajas y por allí deambuló durante dos años. Merche y Carmen, sus nuevas propietarias desde el pasado 16 de marzo, hicieron lo que no está escrito hasta conseguir adoptarlo.
"Cuando me enteré del caso fui al aeropuerto para acogerlo, pero en cuanto me veía, salía corriendo. Y así durante días. Cuando por fin lo rescató la asociación hubo muchísima gente que llamó para adoptarlo, pero yo me las ingenié, haciendo trampas, para quedármelo", confiesa risueña Merche. La trampa consistió en ponerse una camiseta de la asociación y plantarse a las puertas de la sede para ir diciendo a la gente que Roberto ya había sido adoptado. "Al final, como la asociación vio mi tesón me lo llevé yo", dice Merche.
Ayer Roberto ganó la medalla de bronce al perro más guapo y su historia sirvió para demostrar que el amor por los animales no entiende de razas.
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