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Otra oportunidad para el empleo

El crecimiento de la población activa impedirá reducir el paro en España

Andreu Missé

A finales de 1993, en Europa el paro afectaba al 10,8% de la población activa (17,7 millones de personas). Para la cultura social y política europea, resultaba insoportable. En este ambiente de inseguridad, la Comisión Europea, dirigida entonces por el socialista Jacques Delors, diseñó un plan de choque para crear 15 millones de empleos hasta el 2000. Era una idea de inspiración keynesiana, con un ambicioso plan de infraestructuras para estimular la economía y mejorar la competitividad.Pero Delors no encontró apoyo en los Gobiernos europeos, dominados entonces por la derecha, y el plan de empleo fue a parar al cajón. Desde entonces, la situación sólo ha empeorado. La tasa de paro en Europa ha aumentado ligeramente (10,9% en marzo) y lo más preocupante es que algunos de los países más potentes siguen destruyendo empleo. Alemania y Francia perdieron el año pasado el 1,2% y el 0,2% de sus puestos de trabajo, respectivamente.

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La falta de empleo en Francia y Alemania y la precariedad en el Reino Unido situaron el debate sobre el mercado de trabajo en primer plano de la vida política de estos países. Un debate que ha impulsado, en parte, los últimos cambios políticos en Europa para configurar un nuevo mapa con hegemonía de Gobiernos de izquierda y centro izquierda.

Las victorias de Tony Blair y Lionel Jospin constituyen el aspecto más destacado de este giro, cuyo primer efecto ha sido volver a poner en el primer plano europeo la lucha contra el paro. La idea de la Europa social vuelve con fuerza, a pesar de la oposición frontal de Alemania y las reticencias de España.

Sorprendentemente, España, con el problema de desempleo más angustioso de Europa (3.442.000 parados, es decir, el 21,5% de su población activa, y el 41% de paro juvenil), parece incapaz de encontrar una fórmula que le permita aprovechar el auge de esta nueva sensibilidad europea.

Los éxitos alcanzados en empleo desde principios de 1994, con la creación de 940.000 puestos de trabajo, pueden explicar el desentendimiento de las autoridades españolas con el proceso social europeo. Esta sensación de optimismo se ha incrementado últimamente a tenor de los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), que indican que la economía española está creando unos 400.000 empleos anuales.

Sin embargo, estos datos de la EPA resultan muy sesgados por los cambios de muestra registrados en los últimos años. Para el profesor Juan Francisco Jimeno, "la EPA está aflorando ahora empleo ya existente. Es difícil aceptar que el empleo ha crecido a un ritmo del 3%, es decir, más que el producto interior bruto. En realidad, el empleo nuevo debe ser sólo la mitad o algo más de la mitad del que ahora dice la EPA". En su opinión, los datos de la Seguridad Social, que cifran el aumento de los afiliados en tomo al 2% el último año, resultan más fiables.

Pero incluso un crecimiento modesto, del 2%, resulta un éxito si se compara con la mayoría de los países europeos, que o no crean o destruyen empleo. Sin embargo, este mejor comportamiento del mercado laboral español resulta completamente insuficiente para digerir el paro en España.

El problema del mercado de trabajo en España es doble. Por una parte, mucha tasa de paro sobre la población activa (personas que trabajan o buscan empleo) y, por otra, una creciente incorporación de la mujer al mundo del trabajo asalariado o profesional. Entre 1986 y 1987, la población activa masculina aumentó en unas 200.000 personas y la femenina en 1,4 millones. De estas mujeres que se incorporaron al mercado de trabajo sólo encontraron empleo unas 900.000 y el otro medio millón fue a engrosar el paro.

Las últimas estadísticas de Eurostat señalan que este proceso todavía durará muchos años, hasta que la tasa de actividad de la mujer española (35,4%) se sitúe al nivel de la media europea (45%). En algunos países como Dinamarca la tasa de actividad femenina es mucho más elevada y se sitúa en el 58%. (Ver cuadro).

Las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística pronostican que esta continua incorporación de la mujer elevará la población activa total española de los 16 millones actuales a los 17,3 millones en el año 2003. Según los expertos, "incluso en el mejor de los casos, si se cumplen las previsiones de crear unos 250.000 empleos anuales, no se lograría reducir el número de parados significativamente y seguiría sobre los tres millones de personas".

Un estudio para la Caixa de Cataluña del profesor Josep Olivé plantea también serias incógnitas sobre el mercado de trabajo. Para Olivé, es muy difícil admitir que se está creando empleo a un ritmo mayor que el que crece la economía. Ello significaría una fuerte pérdida de productividad.

Así, señala, "mientras que en 1994 cada nuevo afiliado a la Seguridad Social generó un aumento del PIB de 5,4 millones de pesetas (155.000 nuevos afiliados, con un aumento del PIB de 840.000 millones), en 1995 esta relación fue de 5,7 millones de pesetas de PIB por nuevo afiliado. En 1996, el producto generado por nuevo empleado cayó a 3,6 millones de pesetas y a 3,1 millones en el primer trimestre de 1997.

Estos datos dan una idea más real del boom del empleo en España. Es un empleo mucho menos productivo y, además, resulta totalmente insuficiente para absorber la gran bolsa de paro de España. Desgraciadamente, queda paro para muchos años. Harían bien las autoridades españolas en pegarse más a las nuevas corrientes europeas.

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