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Juzgados en Marruecos más de cien militantes de izquierda por llamar al boicoteo electoral

Más de un centenar de militantes de extrema izquierda empezaron ayer a ser juzgados en diversos tribunales de Marruecos acusados de tratar de boicotear las elecciones municipales del próximo viernes. Estos comicios, en los que se ponen en juego 24.253 concejalías por las que pujan más de 100.000 candidatos, constituyen la primera de una serie de consultas con las que el reino alauí trata de renovar antes de octubre todas las instituciones políticas y establecer una verdadera democracia en el país. "Hay que dar castigos ejemplares a todos aquellos que violen las leyes electorales" reclamó hace más de una semana el diario L'Opinion, portavoz oficioso del partido nacionalista Istiqlal.

El periódico se refería con esas palabras a una oleada de irregularidades que habían producido en los días previos a la apertura de la campaña electoral, iniciada el pasado 28 de mayo. Las denuncias de los nacionalistas, que dirige Ahmed Bucetta, eran compartidas por el otro partido importante de la oposición, la Unión Socialista de las Fuerzas Populares.Las denuncias de los partidos de la oposición democrática se referían a los abusos cometidos por determinados funcionarios en favor de ciertos candidatos, a la compra-venta de los votos, una costumbre arraigada en el país, y en menor medida también a la irrupción de militantes de la izquierda radical, que trasgrediendo las leyes electorales pactadas entre el Gobierno y los partidos, se habían dedicado a insultar a los candidatos y a difundir consignas y propaganda que reclamaba la abstención y el boicoteo de las municipales por falta de garantías.

Mientras los documentos que certificaban todas estas anomalías se acumulaban en las diferentes mesas de la Comisión Nacional, la policía tomaba las primeras disposiciones: traslado de numerosos funcionarios implicados en la batalla electoral, investigación sobre la supuesta compra de votos y detención de militantes y simpatizantes del Partido de la Vanguardia Democrática y Social (PADS), que han desencadenado una campaña nacional en favor de la abstención.

La mayoría de los detenidos del PADS lo fueron mientras pronunciaban mítines o distribuían octavillas, aunque portavoces oficiales de la organización aseguran también que otros muchos fueron capturados en su propio domicilio, mientras dormían. Entre los detenidos se encuentra el abogado Ali Benamar, destacado dirigente de la Asociación Democrática de los Derechos Humanos y responsable de la defensa de numerosos disidentes de izquierda, a quien la policía detuvo el pasado sábado por la tarde en un mercado de Temara, cerca de Rabat.

Los militantes del PADS empezaron ayer a ser juzgados en una decena de tribunales de diferentes ciudades marroquíes acusados de transgresión del código electoral, que impone sanciones de hasta tres meses de cárcel y multas de hasta 5.000 dirhams (75.000 pesetas) a quienes durante la campaña profieran calumnias o inciten a la abstención.

Pero nada de lo sucedido hasta ahora parece irreparable y difícilmente podrán distorsionar un proceso electoral considerado por los especialistas como histórico. Para estos analistas, las elecciones del viernes son el ensayo general de una serie de siete comicios, que se celebrarán de aquí al próximo octubre, con los que se intenta renovar totalmente las instituciones representativas y a partir de ello convertir Marruecos en una verdadera democracia.

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La oposición, al poder

Éste es también en principio, sobre el papel, el objetivo de los 13 partidos que participan en la convocatoria: los ocho vinculados al Gobierno y los otros cinco que forman la coalición opositora de la Kutla, para la que se augura el acceso al poder, lo que pondrá fin a un largo mandato de la derecha. Pero, paradójicamente, en estas elecciones el grupo político con más opciones son los independientes, es decir, los sin partido, que han presentado 14.447 candidaturas, más del 7% del total. Son el fruto del escepticismo de un pueblo hacia las formaciones políticas. Pero eso no es todo. Detrás de ellos todo el mundo sabe que se esconde una confusa amalgama compuesta por caciques locales, aspirantes frustrados rechazados de otras formaciones, funcionarios medios y, sobre todo, islamistas moderados.

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