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Los obispos vascos avisaron a González de los "excesos" de Damborenea

Tres obispos vascos y navarros alertaron durante el primer mandato socialista al entonces presidente del Gobierno, Felipe González, sobre los "excesos" y "actitudes muy radicales" del entonces secretario general del PSOE en Vizcaya, Ricardo García Damborenea, cuando quiso conocer su opinión y pedirles consejo sobre el conflicto vasco. Así lo reveló en una entrevista en la cadena SER el que fue obispo de Pamplona y arzobispo de Tudela, José María Cirarda Lachiondo, actualmente jubilado.

Cirarda, de 80 años, recordó que esta advertencia fue realizada en una reunión que tuvo lugar en La Bodeguilla de La Moncloa, en la que participaron los obispos Juan María Uriarte y José María Setién, el entonces presidente del Gobierno Felipe González y el también entonces ministro de Justicia Fernando Ledesma.González recibió de los prelados un informe de cinco folios y, además, su opinión sobre García Damborenea, que en la actualidad es simpatizante del PP. "Le pusimos en guardia contra determinados excesos de algún dirigente socialista en Euskadi, y que luego se ha pasado a la derecha. Era Damborenea", dijo Cirarda.

Así, y a pesar de que sabían que [Damborenea] era el amo del partido socialista en Vizcaya y que Felipe estaba muy entregado a Damborenea", criticaron en la citada reunión "unas actitudes muy radícales que no eran el procedimiento y que iban a irritar más que a resolver problemas".

Desde este punto de vista, Cirarda señaló que los obispos indicaron a González "que había que tomar otra línea en el partido, que en realidad era la que representaba José María Benegas, y en esta dirección se movieron los socialistas". Además, dijo que le expresaron que "el problema vasco no se puede abordar por la vía puramente de la fuerza y también emplear acciones en, lo social y lo político".

Nada legitima el terrorismo

Cirarda, nombrado arzobispo de Pamplona por Pablo VI en 1978, se distinguió en su etapa en Navarra por condenar sin paliativos todo tipo de violencia. "Ninguna razón política, por legítima que pudiera ser, da derecho a que nadie se tome la justicia por su mano. Aunque se trate de combatir una injusticia, no puede pensarse en remediar ésta con una mayor. El asesinato es siempre asesinato. El terrorismo, siempre terrorismo", decía Cirarda en un texto de mayo de 1981 titulado Llamada a la responsabilidad, a la concordia y a la esperanza.El prelado expresaba también entonces su preocupación por la ley antiterrorista y pedía a los gobernantes que ésta se aplicara con la mayor moderación posible para que "no se prodiguen las detenciones en total incomunicación".En marzo de 1984, Cirarda y el obispo donostiarra José María Setién, volvieron a alzar su voz para condenar la muerte por disparos de la policía de cuatro presuntos miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas en Pasaia.

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"No se puede matar al enemigo sólo porque lo sea", razonaban Cirarda y Setién en una carta abierta en la que advertían: "Esto vale para quienes utilizan la muerte al servicio de sus propósitos políticos. También la defensa de la sociedad tiene sus límites en el momento de buscar los medios de asegurarla". Los prelados parecían dejar entrever así sus sospechas sobre la existencia de algún tipo de guerra sucia que explicaría la cadena de atentados contra el entorno de ETA iniciada a finales de 1983.

En 1992, en la revista Época, se le preguntó si se puede matar en nombre de un ideal, por muy legítimo que este fuese.. Y él respondió rotundo: "Mil veces no. Quienes se asocian para matar, aunque lo hagan al servicio de un ideal, sea cual fuere, son criminales. Más diré: por noble y elevado que pudiera ser el ideal al que se quiere servir matando, queda sucio y enlodado".

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