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Del tirachinas a la bomba

Los escasos antecedentes policiales de Arnaitz Karrera Astibia, fallecido ayer al estallarle un explosivo que estaba manipulando, se remontan a una noche del pasado 24 de enero que pasó detenido en la comisaría de la Ertzaintza, en Hernani, localidad vecina a la de Andoain. Tenía entonces 16 años y fue detenido junto al apeadero de Renfe de Andoain acusado de lanzar piedras a los trenes con un tirachinas. Uno de los pasajeros del convoy resultó herido leve.Sin haber cumplido todavía la mayoría de edad, Arnaitz encontró ayer la muerte manipulando un artefacto explosivo, lo que significa que ya había dado el salto de miembro de la cantera de ETA, dedicado a los altercados y sabotajes, para convertirse en un activista legal [no fichado] más de la organización terrorista.

Más información
Un joven de 17 años muere destrozado al estallarle un artefacto que manejaba en un garaje de Andoain

Esta ráp1 da trayectoria resulta ilustrativa de la situación de emergencia en la que parece encontrarse la organización terrorista, que no duda en incorporar a sus filas a menores que apenas alcanzan a interpretar con acierto los manuales de instrucciones que se les facilita desde la organización.

A sus 17 años, Arnaitz Karrera tenía una biografía aparentemente plana: era un estudiante de segundo curso de formación profesional en el colegio La Salle, de Andoain, y acudía habitualmente junto a otros dos amigos a clases de cesta-punta, una modalidad de la pelota vasca.

Era un "crío", según le describía ayer una vecina todavía bajo el impacto de la noticia. Arnaitz era el menor de tres hermanos, todos ellos estudiantes. Su padre es albañil; su madre, ama de casa. No eran precisamente los Karrera una familia que se hubiera destacado hasta ahora por su militancia abertzale.

Ayer sábado, Arnaltz Karrera y su compañero de fatigas, Igor Lizasoain, de 16 años, tenían previsto haber acudido a la discoteca Young Play de Hernani, un plan similar al de multitud de jóvenes de la zona. Así lo relató uno de los chicos de su cuadrilla, quien se enteró de la trágica noticia cuando, al dirigirse a la cita con sus amigos en el garaje donde ocurrió la tragedia, se encontró de bruces con los periodistas y los fotógrafos.

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