Agradecimiento
Cuando la destrucción del cáncer rompió la apacible existencia, todo cambió de repente. Palabras como "quimioterapia" o "radioterapia" s e convirtieron, tristemente, en habituales en nuestro día a día. Nuestro padre [José Antonio Silva] luchó en todo momento contra las células maligrias. Aguantó el tratamiento, su pérdida de licencia de vuelo, la caída de su cabello y todos los horribles efectos de la fatal enfermedad con el mejor de los ánimos. Se aferró a la vida demostrándonos a todos su gran fuerza interior. Él era para nuestra familia el gran pilar, un maestro, un amigo, el mejor consejero. Siempre creímos que el cáncer se convertiría en una anécdota en nuestras vidas, pero no fue así. Ahora lo único que nos ha dejado la enfermedad es el orgullo de sentirnos hijas de nuestro padre. Hemos tenido un gran privilegio en la vida, a pesar de que ésta nos lo haya robado tan pronto.Desde estas líneas queremos agradecer los cientos de llamadas de apoyo, telegramas y crónicas. Cuando nuestro padre volaba bajo, ha contado con el inmenso apoyo de sus compañeros de aviación, tanto pilotos como auxiliares, que han demostrado ser unos señores en el cielo y en la tierra. Desde aquí, gracias a sus amigos que no le dieron importancia a la enfermedad, gracias a Aviaco, a Air Europa y al SEPLA. A sus compañeros de Portosin, a los maestros del periodismo que han reconocido su tremenda valía y a todos nuestros amigos y compañeros de trabajo que intentan, día a día, que nuestras vidas vuelvan a tener sentido.
Hoy más que nunca nos sentimos orgullosos de llevar el apellido Silva y de contar a nuestro lado con gente tan maravillosa. Nuestro padre era tan grande que se rodeó siempre de los mejores.-
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