Salieri
Me estoy empezando a encariñar con el Gobierno.Aparte de la bajada de los tipos de interés, que es algo que siempre comento con mi portero y las vecinas antes de salir disparada hacia el Copremás del barrio para adquirir bolígaros de oferta, me fascina que, a la memez culpable de Felipe González, cuando aseguró de Juan Guerra en adelante que nada había ocurrido ni estaba ocurriendo, sucedan las aseveraciones mundiales de Rodríguez el Piloso, Rato el Largo, Aznar el Reafirmado, y Pesado de Cascos, cuando dicen que las cosas sólo ocurrieron durante el reinado de los infantes del PSOE; que, en cuanto dejaron de ocurrir, dejaron de existir el PSOE y sus infantes, y con ellos, los votantes, y que nunca Volverán a ocurrir ni lo uno ni lo otro. Con lo cual: más vale que no te desgañites, oposición, que vamos hacia el partido único mientras Anguita espera que así sea para que volvamos a necesitarle.
Antes, las dictaduras se implantaban por comedura de coco de la plebe, por golpe de Estado militar puro y duro, o ambas cosas- a la vez. Ahora se entronizan, poco a poco, por el cultivo de la irrealidad. Por la negación de lo que no gusta que sea. Tanto criticar a Fidel, para acabar copiándole a Castro la vocación de romper los espejos, de destruir lo que existe más allá de ellos mismos.
Lo que Aznar y los suyos tienen es el síndrome de Salieri. Sufren porque, hagan lo que hagan, Felipe aún está vivo. Porque, por mucho que mejoren en las encuestas, el otro todavía existe. Y su sufrimiento es más mezquino porque el otro está, precisamente, hecho unos zorros. Pero hasta en su declive les humilla. Esto no es un Gobierno, queridos míos. Esto es un tratado de anorexia práctica. Pero cómo sufren, pese a la bajada del interés.
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