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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Alumbramiento en el Retiro

Es falso que a la mendiga que dio a luz en una pequeña edificación del Retiro le hayan quitado a sus hijos; ella los ha abandonado. Abandonó, al menos, a las dos niñas mayores hace varios años.La mayor de la dos fue compañera de uno de mis hijos cuando estudiaban segundo de EGB. La niña tenía siete años su hermana cuatro, uno más que sus compañeros, porque la habían escolarizado tarde, y, pese a ser inteligente y despierta, iba atrasadísima con respecto a ellos y faltaba constantemente a clase.

Su madre, que entonces parecía rara, pero dentro de los límites considerados normales, me explicó que a ella no le interesaba que sus hijas aprendiesen a leer o "cosas así"; sino que fuesen creativas. También me contó que había vivido en una casa de protección oficial, pero que la visitaban constantemente psicólogos; que no lo aguantaba, y se había venido a vivir con su madre a este barrio, y por eso traía a las niñas al colegio público del mismo, pero que su madre no la entendía y tendría que dejarla.

Cuando llevaba a las niñas al Retiro, las dejaba solas jugando y se iba lejos con el compañero que tenía. Cuando yo me tenía que marchar y la buscaba para llevarle a las niñas y no dejarlas solas, solía encontrármela sentada bajo un árbol, totalmente ida. Las niñas dejaron de ir al colegio y poco después, en EL PAÍS, leí que habían aparecido dos criaturas solas y ateridas en el Retiro, que habían pasado toda la noche allí, abandonadas. ¿Se acuerdan? Pues sí, son las mismas. Daban los nombres y, por inusuales, me di cuenta de que eran ellas. Temiendo que la abuela no lo supiese, busqué indagué, la encontré y le hice llegar la noticia. Poco después supe que las había recogido y que estaban escolarizadas, cuidadas, atendidas y queridas.

Hace dos años, la madre volvió a aparecer en el barrio. Avejentada y maltrecha, pedía limosna, comida y tabaco en varios puntos de la calle de Narváez; no me reconoció nunca.

Ahora aparece en toda la prensa y resulta que tuvo otro hijo -al que tambiéñ cuida su madre-, y que "está esperando

a saber si se llama Juan, para poder ponerle ese nombre al niño que ha tenido ahora". No sabe cómo se llama su hiJjo.

Escribo esta carta para pedir un poco de atención sobre ese niño. Es magnífico que ayuden a esta pobre chica, que le den casa y trabajo, pero, por favor, tengan presente su historial como madre. Y los Jóvenes Pro-Vida que demuestren, por una vez, que son realmente provida en general, y no sólo profeto.

Ayuden a ese niño; y si quieren colaborar con algún adulto, háganlo con la abuela. Gracias.- .

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