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Morente entusiasma en la apertura de 'Poética'

El Festival Poética no pudo tener mejor principio. Enrique Morente llenó el jueves La Riviera de gente, emoción, poesía y música de otra galaxia, y al tiempo que inauguraba el certamen cerró de un portazo el pasado y el presente del flamenco. Después de muchos intentos por fusionarlo con el rock, aquí está. En estado puro, sin trampa ni cartón. Pero, dirán algunos, ¿qué fue, un concierto o un milagro? Al final nadie sabía, la gente salía entusiasmada. "Qué bárbaro, todavía tengo escalofríos", decía uno. "¡Monstruo, eso no lo hacen ni los Rolling Stones!", chillaba otra. "Qué exageración", ríe Morente.En dos horas y media largas, ante cerca de 2.000 personas, arropado por 15 de los suyos -su mujer, su hija Estrella, Cañizares, Paquete, Montoyita, los Lagartija Nick...- y aupado por 14.000 vatios de sonido impecable, Morente puso en al escenario todo el potencial de surrealismo y magia que contiene Omega, su interpretación de Poeta en Nueva York. Jugando con variaciones de algunos temas, incidiendo en los pasajes más intensos, aflamencando y metiendo más caña de baterías y guitarras, Morente hizo música para el flamencólogo y el punki: jondura, compás, rock brutal, caña salvaje en fusión tan natural que nadie sería capaz de decir qué sonó más flamenco: ¿la primera parte, con una guitarra pelá y mondá, cantando el mirabrás, alegrías, tarantas, soleá y siguiriya? ¿O la segunda, con la batería y las guitarras a todo trapo?

Hubo varios momentos memorables. El Omega, con el arranque del martinete a cuatro voces y la interrupción de una siguiriya alucinante. El pastor bobo, con los músicos y bailaores llevando las caretas diseñadas por Lorca. La versión remozada de Ciudad sin sueño; el baile de Javier Barón, Adrián Galia y Miguel El Toleo; los tangos de Estrella Morente; los Fandangos del Albaicín, la fiesta final... En el bis, el Aleluya fue el himno de una noche de mentira.

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