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Un temblor de 24 segundos

La región percibió la onda sísmica, pese a tratarse del área de España con menor riesgo, de movimientos telúricos,

La luna llena presidía la noche de Madrid. Apenas quedaban10 minutos para que el reloj marcara las dos de la madrugada. De pronto, el suelo madrileño pareció recibir una burbuja enorme que rodara bajo el pavimento: su deriva era errática. Pero persistía. En las casas, sobre todo en los pisos altos, las lámparas que pendían de los techos iniciaron una oscilación desmesuradamente prolongada. Inquietante. Se movían de un lado a otro y su vaivén no cesaba. Algo semejante a una ondulación se unió a la burbuja. Entonces, el eco de un movimiento sísmico surgido minutos antes a 511 kilómetros de Madrid, en Lugo, tan súbitamente como sobrevino, se alejó. Fueron 24 segundos vividos de forma diferente en barrios como Retiro, Chamartín, Villaverde y Vallecas, así como en Alcorcón, Alcalá y Getafe, entre otros municipios.Bomberos y Policía Municipal comenzaron a recibir llamadas de vocinos asustados, pero no requirieron su presencia al no consignarse daños.

El taxista Pedro Pablo García, de 35 años, licencia 05218, escuchó un sonido extraño. "Llevaba a un cliente hacia Pacífico, al sureste de la ciudad, y los dos percibimos un estruendo muy grande, justo al cruzar bajo el paso elevado. Al viajero también le pareció extraño y sospechoso, pues apenas había tráfico".

La noche se vivió con inusual ajetreo en la sede de la Red Sísmica del Instituto Geográfico Nacional, cerca de Reina Victoria, ;cuartel general del seguimiento de seísmos de toda España. Juan Rueda, de 38 años, ingeniero topógrafo y jefe de la red, no quitaba ojo a los oscilógrafos, sensibles a la menor vibración.

"Me hallaba en la cama cuando sentí el temblor. Me vine inmediatamente", cuenta el director de la red sísmica; mientras, observa con mirada atenta las dos bobinas., de papel donde se marcan en tinta con trazo nervioso las oscilaciones procedentes de las estaciones más cercanas al terremoto. Hay una común mancha negra, rabiosamente rayada, que señala lo que acaba de suceder. Una nueva vibración, captada por los sismógrafos, crea un silencio inquietante. La sacudida ha sido tan intensa que una de las agujas ha saltado de su órbita y se estampa sobre el registro correspondiente a la estación contigua.

"No hay que dar mucha importancia a esas marcas", ataja Juan Rueda. "Registran incluso interferencias telefónicas. Los datos más fiables son los digitales", señala a dos moles informáticas. "Madrid es sísmicamente muy poco activo", tranquilícense. Tal vez por ello no existan en Madrid prevenciones excepcionales ante los movimientos telúricos.

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