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Más de cien heridos en las protestas contra las privatizaciones de Menem

Juan Jesús Aznárez

Los violentos choques callejeros, con más de cien heridos y otros tantos detenidos, registrados en las últimas 48 horas en la provincia norteña de Jujuy y en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, movilizaron de nuevo al Gobierno argentino que prepara medidas asistenciales, y abundante material antidisturbios, para atajar las protestas de los vendederos ambulantes sin licencia o de quienes perdieron el trabajo con la privatización de empresas públicas.

Los cortes de carreteras con árboles y ruedas, los incendios y destrozos, y los enfrentamientos a tiros y pedradas de Jujuy y La Plata siguen a las violentas algaradas de fechas recientes en Cutral-Co, Neuquen, San Lorenzo, Puente de la Noria o Santa Fe, en el norte y zona central del país. Enmascarados, o a cara descubierta, los gritos de los manifestantes eran casi idénticos: "¡Esto también es Argentina! ¡Queremos trabajo! ¡Tenemos hambre!".En Córdoba se manifestaron ayer trabajadores del sector de la salud y en Jujuy se desarrollaba una huelga general, con cortes de la carretera principal hacia Buenos Aires, que los gendarmes trataban de evitar. El gobernador, Carlos Ferrero, atribuía a una provocación la responsabilidad de la represión policial, que fue refrendada desde la capital federal por el ministro del Interior, Carlos Corach. "Las mujeres, niños y viejos que están al frente del reclamo lo hacen honradamente, pero no queremos muertos en Jujuy en medio de esta crisis". Según el gobernador, el paro sufrido por esta provincia fronteriza con Bolivia es de carácter estructural y no se resuelve de un día para otro. "Si con los cortes de ruta se garantizaran los 5.000 puestos de trabajo exigidos por la gente, yo mismo me pongo al frente de la medida".

Corach, por su parte, sostiene que la cadena de protestas no constituye una sublevación nacional contra la pobreza, sino "casos típicos referidos a procesos de reconversión industrial", que deben ser solucionados por las administraciones provinciales. Los sindicatos denuncian, por su parte, que los efectos negativos del liberalismo económico superan con creces al beneficio. En la provincia de Neuquen, donde recientemente una mujer resultó muerta durante los incidentes, el ministro exculpó al gabinete de Carlos Menem. "La nación pagó millonarias deudas por regalías de las que ni una mínima porción fue utilizada para reconvertir y crear puestos de trabajo, con las consecuencias que están a la vista". El obispo de Jujuy, monseñor Marcelo Palentini, cita las que preceden a la bronca en las calles. "La gente está pidiendo nada más que trabajar dignamente para que sus hijos tengan acceso a la educación. No basta con decir que los chicos pueden ir a los comedores. La gente pretende algo más digno que llenar la panza".

Las protestas pueden repetirse en cualquier momento. Las pérdidas económicas fueron cuantiosas. La violenta irrupción de las fuerzas antidisturbios en la universidad en persecución de un grupo de manifestantes fue castigada con la destitución de dos jefes policiales.

El obispo de Morón, Justo Laguna, lamenta la violencia imperante. "No discuto que los vendedores ambulantes estuvieran vendiendo ilegalmente. Pero les dieron una paliza que ni le cuento. La policía entró en la Universidad, una institución de asilo histórico, como la Iglesia, lo que me parece de un mal gusto espantoso. No caigamos en esta violencia anárquica. Dialoguemos", rogó el prelado. De momento, el diálogo apagafuegos del Gobierno neutralizó algunos focos de conflictos, pero los parados, y la izquierda política en otras ciudades argentinas se aprestan a la movilización.

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