Franceses indefensos, extranjeros feroces
El Frente Nacional busca el voto del miedo ante la inmigración y la apertura de fronteras
Viejecitas encarceladas en su propia casa por miedo a la inseguridad que reina en la calle, agricultores en la ruina por las importaciones salvajes, desempleados que nunca podrán competir con los niños-esclavos de Asia: el discurso de Marie-France Surbois está poblado de pobres franceses infelices, siempre en lucha desigual con un enemigo. exterior englobado en el término mundialización.Stirbois, de 53 años, es candidata del Frente Nacional (FN) por la circunscripción de Dreux y una de las figuras emblemáticas del partido. Fue la última diputada ultraderechista en la Asamblea Nacional y la única que ganó su escaño por el sistema electoral mayoritario. Ahora tiene posibilidades de recuperarlo. Durante años, Stirbois fue el mejor activo electoral de la ultraderecha. Guapa, elegante, de buena familia, con una voz capaz de envolver de suavidad los mensajes más atroces y con una cierta leyenda de Madre Coraje (en 1988 enviudó de Jean-Pierre Stirbois, ex secretario general del FN, y asumió su herencia política ganando al año siguiente el escaño de Dreux), Stirbois llegó a ser literalmente adorada por la militancia. El grito de "Marie France, te queremos" se hizo tan sonoro que, en 1990, un amplio sector del partido intentó impulsarla hacia el liderazgo. Jean-Marie Le Pen cortó en seco la rebelión y procura desde entonces que la carismática Marie-France permanezca en la semipenumbra de su actual ocupación como diputada europea.
La ciudad de Dreux, a unos 90 kilómetros de París en dirección suroeste, es una de las más crispadas ante el problema de la inmigración. "Con 36.000 habitantes, en Dreux tenemos un 30% de extranjeros de 65 nacionalidades distintas. Somos una sociedad rota", se queja Stirbois. El desempleo supera oficialmente el 13%, aunque en la práctica es algo más alto, y la doble crisis industrial y agrícola ha acabado con la izquierda de esa circunscripción de Eure-et-Loir: los antiguos votantes comunistas se han pasado casi en bloque al FN, y los socialistas han quedado reducidos a una presencia simbólica.
"Es la frustración permanente. Desde hace casi una década tenemos que pedir el voto para la derecha en la segunda vuelta, para cerrar el paso a la ultraderecha", comenta con resignación Valentino Gambuto, pequeño empresario y suplente de la candidatura única de toda la izquierda. En Dreux, en efecto, el combate se libra exclusivamente entre los gaullistas y el FN. La izquierda apenas supera el 10%.
Un humorista de raza negra, Dieudormé M'Bala M'Bala, ha decidido ser "candidato independiente en la línea de Coluche" para "atacar al FN en la ciudad donde tiene las raíces más profundas" y para "intentar que los jóvenes reflexionen, participen en la actividad política y acaben con esta situación terrible de Dreux".
Jean-Marie Le Pen sugiere desde el principio de la campaña que, en la segunda vuelta, los votantes del FN deben apoyar a los candidatos de izquierda para derrotar a la "coalición presidencial" y colocar en una situación crítica a Jacques Chirac. Su lugarteniente Bruno Mégret, cada vez más enfrentado al líder, rechazó ayer esa estrategia. Stirbois tampoco cree que los ultraderechistas tengan que "votar al demonio para echar al diablo" y parece pensar, como Mégret, que a medio plazo el futuro pasa por una alianza de gobierno entre el Frente Nacional y una parte de la derecha clásica. "Ahora lograremos unos pocos diputados, no muchos, pero es mejor algo que nada. Y desde ahí podremos seguir subiendo", dice la candidata, mientras reparte propaganda en el mercado y atiende amablemente a su clientela, exclusivamente blanca y más bien madura.
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