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Teoría y práctica para taxistas

Los conductores públicos pasan un examen que permite 'copiar' del callejero y de la hoja de tarifas

Todos los martes el Ayuntamiento de Madrid examina a varias decenas de personas que pretenden conseguir el permiso municipal para conducir taxis. Aprueban casi todos los que se presentan, pero el jefe del negociado, Isidro Pérez, no facilita una estadística. Sin embargo, un profesor que lleva 28 años preparando futuros taxistas en la Asociación Gremial del Taxi, Francisco Escobar, calcula que pasan la prueba entre un 75% y un 80% de los presentados. "Es difícil saberlo porque el Ayuntamiento es hermético en este asunto", comenta. No es extraño que haya tan pocas calabazas porque el examen es relativamente sencillo. Merche, de 28 años, se presentó el martes 6 de mayo por segunda vez. "Me suspendieron por una gilipollez", arguye, "te pones nerviosa y no das pie con bola".Ella y su amiga Mari Paz, de 35, tienen todos los permisos de conducir pero no logran sus ansiados trabajos de camionera y conductora de autobuses, respectivamente. Ellas y los demás aspirantes tuvieron que contestar a las nueve preguntas divididas en tres bloques de que consta el examen. El primero (relativo a las ordenanzas municipales pertinentes y al reglamento nacional del taxi) consistió en señalar 11 ocasiones en que se debe circular con mayor precaución; indicar qué requisitos debe cumplir un conductor asalariado y el orden de preferencia a la hora de coger a clientes que han solicitado el coche al mismo tiempo.Derecho a 'chuleta'Luego tuvieron que especificar tres recorridos (todas las calles y plazas por las que, en teoría, se iría pasando): del Ayuntamiento de Móstoles a la Gerencia Municipal de Urbanismo; de Puente de Vallecas al juzgado de guardia, y de la glorieta de Ruiz Giménez al hospital de los hermanos Aznar. Pero pueden copiar: el Ayuntamiento proporciona una guía de calles (donde también pueden encontrar las direcciones de juzgados, hospitales y demás). También tienen derecho a chuleta en el tercer bloque de preguntas. Deben resolver tres cobros de servicios con sus suplementos, pero se les facilita el cuadro de tarifas. Aquí no se admiten fallos porque, según explica el jefe del negociado, los problemas en los cobros constituyen una de las principales quejas de los usuarios. Escobar coincide con Pérez: "Es más simple que el mecanismo de un chupete pero, incluso para copiar, hay que ser algo avispado", sentencia.

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Ángel Piñero, de 21 años, hijo de taxista, salió contento del examen. Se había preparado en el curso de la Gremial (una hora durante 10 días por 12.760 pesetas) y también por su cuenta. "A lo bestia", exagera. Marcelino, de 42 años, también ha preparado la prueba en la escuela de la Gremial, pero dice que le ha dedicado un mes y medio. Le urge un trabajo y considera que en los recorridos "hay que fijarse" pero le preocupa más el resultado de las tres preguntas teóricas: "Ahí te tienes que acordar".

Escobar considera que las pruebas "están adaptadas al tipo de personas que se presentan" al examen, que, en general, suelen tener poca preparación. Para examinarse sólo deben acreditar que poseen estudios primarios, el permiso de conducir clase B-2 o superior y presentar un certificado de penales que asegure que no han cometido delito en los dos últimos años. Escobar cuenta que, hace 13 años, se cambiaron las normas y se permitió el uso de la guía. "Antes había que ser un pitagorín", bromea, "había que tener más memoria".

La renovación de la cartilla se debería realizar cada cinco años, como indica la ordenanza municipal. "No se hace", contesta, escueto, el jefe de negociado. Consecuencia de ello es que, según el Libro Blanco del Taxi elaborado por encargo municipal el año pasado, existen 71.000 de estos permisos municipales vigentes para 15.500 vehículos con licencia (un documento que da derecho a poseer un vehículo de servicio público por el que se pagan unos ocho millones de pesetas).

Un conductor de la EMT, de 29 años, intentará conseguir un empleo de unas horas para pagar las letras de su piso. "Me han dicho que hay muchos taxis para trabajar, es fácil", dice. Es un candidato a intruso, la figura permanentemente vilipendiada por los taxistas a tiempo completo. Según el Libro Blanco, un 20% de las horas de servicio del sector corresponde a estos no profesionales. Isidro Pérez, quien vigila a los aspirantes durante la hora y media de examen, indica que, una vez superada la prueba, deben presentar un certificado médico y una declaración jurada de que el interesado se dedicará exclusivamente a conducir un taxi.

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Pero el perjurio está a la orden del día. "Eso ya es problema de cada cual", zanja. Para tratar de resolver el problema del intrusismo, el Ayuntamiento prevé implantar una tarjeta de identificación del conductor. Curiosamente, junto al aula donde se examinan los futuros taxistas descansan decenas de paquetes con tarjetas muy parecidas a las que se van a implantar, que se imprimieron hace años. El concejal responsable de Policía Municipal y Circulación, José Ignacio Echeverría, asegura que no se van a endurecer las condiciones para obtener los permisos porque "lo importante son las licencias" para resolver los problemas del sector.

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