Impasibilidad
Estimada señora ministra de Educación y Cultura.Vivo en su mismo barrio, en su misma calle. Soy una vecina suya, una más de los muchos que fin de semana tras fin de semana observamos atónitos cómo usted, convecina nuestra, asiste, como mínimo impasible, a la destrucción de su propio barrio, Malasaña o Maravillas, como queramos llamarlo.
No tengo por menos que preguntarme qué tipo de representantes tenemos en este Gobierno cuando su ministra de Educación y Cultura consiente que en su barrio, en su casa, reine la incultura y el caos; consienta, como si con ella no fuera la cosa, que los jóvenes -la mayoría menores- compren y consuman todo tipo de alcohol a granel y al por mayor en cualquier sitio, incluso frente a la casa de la excelentísima señora ministra; que consienta que nosotros, sus vecinos, despertemos los fines de semana, después de. haber dormido poco y mal, pensando en los efectos vandálicos que el alcohol haya podido producir en nuestros coches, en nuestros portales, en nuestros establecimientos.
Entiendo que a usted, como ciudadana de a pie, no le influya demasiado; después de todo, goza de escolta personal, paso de carruajes, garaje privado, policía a su servicio que paraliza medio barrio, o va en dirección prohibida cuando es necesario que la señora ministra salga a la calle.
Pero, señora mía -supongo que por elección propia-, usted no es una ciudadana de a pie. Usted, se lo recuerdo, es la responsable de la cultura y la educación de nuestros hijos, e incluso de los hijos de otros padres, esos que viernes y sábados acampan bajo su ventana en plena serenata etílica.
Entre tanto, nosotros, sus vecinos, los de la puerta de al lado, seguiremos denunciando noche tras noche a esos muchos establecimientos que venden bebidas a menores; seguiremos llamando a las ambulancias del Samur siempre que algún quinceañero caiga en coma etílico en el umbral de nuestras casas; seguiremos sin dormir los fines de semana, y seguiremos pagando los cristales rotos y, por supuesto, nuestros impuestos.
Pero también seguiremos manifestando nuestro abandono con la lejana esperanza de que su Gobierno, su alcalde o quien fuera haga algo por la educación y la cultura de nuestros hijos, aunque, por supuesto, seguiremos sin usted, y en contraprestación, usted y los suyos sin nuestros votos.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.