Blair cambia el fiero 'Question Time' por un debate más controlado
El Question Time, los quince minutos de interrogatorio parlamentario al que tradicionalmente eran sometidos los primeros ministros británicos dos veces por semana en la Cámara de los Comunes, ha pasado a la historia. El nuevo primer ministro laborista, Tony Blair, anunció ayer su decisión de acabar con un debate parlamentario que, según los laboristas, se había convertido en una farsa. A partir del próximo día 21, Blair se someterá a una sola sesión de preguntas de media hora , todos los miércoles, sin el habitual bombardeo de ataques de los diputados de otros partidos. Sólo el líder de la oposición podrá plantear preguntas no presentadas previamente a la Cámara.
Blair demostró ayer que está dispuesto a utilizar su abrumadora mayoría en el Parlamento para evitarse esos minutos de angustia que han hecho del Question Time, desde que fue instituido como fórmula de control parlamentario por Harold McMillan en 1961, la pesadilla del primer ministro de turno. Para ello, Blair se valdrá de un comité especial, todavía no creado, que tendrá la tarea de revisar la normativa parlamentaria. La decisión del nuevo primer ministro pone punto final al actual formato del debate, algo que muchos de sus antecesores en el cargo, incluido el conservador John Major, se plantearon también pero no lograron imponer.Major se quejó siempre de que martes y jueves -los dos días en los que hasta ahora se llevaba a cabo el control parlamentario en Question Time- se veía obligado a dedicar parte de la jornada a estudiarse los temas susceptibles de aparecer en el temido debate.
Esos fatídicos días, entre 3.15 y 3.30 de la tarde, el primer ministro tomaba posiciones ante la pequeña tribuna de la Cámara que corresponde al Gobierno y tras responder a la pregunta habitual sobre las tareas del día, se enfrentaba a un interrogatorio virulento. Más de un primer ministro en la reciente historia británica ha tenido que animarse con una copa de coñac antes de salir a escena parlamentaria los martes y jueves.
Margaret Thatcher, cuya actuación, según correligionarios conservadores, siempre fue excelente, procuraba comer poco antes de las sesiones, quizás para evitar los cortes de digestión. Major nunca fue un maestro del sarcasmo ni dominó las respuestas contundentes, pero con los años logró alguna que otra brillante representación. Prácticamente todos los parlamentarios británicos han estado de acuerdo en considerar el Question Time poco más que una absurda representación teatral.
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