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Entrevista:

"Los sin tierra muestran que una nueva sociedad es posible"

El pasado 17 de abril unos 70.000 miembros del Movimento dos Sem Terra (MST) ocuparon la capital brasileña, Brasilia. Culminaban así una marcha de dos meses a través de 1.300 kilómetros para pedir lo elemental: suelo donde vivir y trabajar. El fotógrafo Sebastiâo Salgado -autor de Terra (Alfaguara)- ha dicho: "Brasil es el único país con un movimiento que mira al campo en busca de soluciones". Un portavoz del MST, Ivo Poletto, visitó recientemente Madrid.Pregunta- El presidente Fernando Henrique Cardoso les promete la reforma agraria, la Iglesia les apoya, los medios de información les elogian... ¿Van ustedes a morir de éxito?

Respuesta- La marcha ha marcado un antes y un después. El MST siempre ha sido sociedad, aunque ahora tenga ya consecuencias políticas. En un país donde el 90% de las tierras se mantienen improductivas y un 1% de grandes propietarios controla el 43% del suelo, es normal un movimiento que reclame lo que es legal: la Constitución manda expresamente la reforma agraria en las tierras no productivas. Sólo en el Bajo Amazonas nos constan por ejemplo cuatro millones de hectáreas no utilizadas.Pero es que una parte significativa del empresariado ya se ha dado cuenta, ante el grado brutal de violencia de las ciudades, que el futuro pasa por apoyar el ejemplo de viabilidad social y económica que significa el MST. Una encuesta de marzo pasado, encargada nada menos que por la Confederaçâo Nacional da Indústria, indica que el 94% de los brasileños apoya la reforma agraria, el 84% la entrega de tierras a los sin tierra, y el 77% considera muy fiable al MST. Los sin tierra muestran que una nueva sociedad es posible".

.P.- ¿Tienen ustedes alguna identidad ideológica?

R.- No. Nos une la conciencia de que es posible lograr medidas concretas para que la gente cree una vida digna. De hecho, los asentados del MST tienen una calidad de vida impensable para los marginados de las ciudades. Las cooperativas funcionan. No reclamamos tierras vírgenes, sino aquéllas no utilizadas entre las taladas. Nuestra perspectiva es ecológica: un tipo de agricultura opuesto a la que ahora prepondera en Brasil, tan química. Nuestro objetivo es recuperar el suelo para el cultivo. Y nos mantenemos en estrecho contacto con las comunidades indígenas, para la defensa de sus derechos. [Un jefe indio, que había llegado a Brasilia con la marcha del MST, fue quemado vivo cuatro días después por una banda de niños de papá, mientras dormía en la calle porque la pensión estaba cerrada.]

P.- ¿Cómo han logrado ustedes no inspirar miedo, sino suscitar el interés general?

R.- Somos una fuerza clave, sí, pero porque hemos demostrado eficacia social y por una buena dosis de marketing simbólico: en Brasilia hemos donado sangre, para demostrar que ésa es la única forma de desangrar honradamente a la gente; y hemos realizado acciones de impacto, como limpiar el zoo de Brasilia, casi una metáfora de Brasil: muy bien dotado, pero fatal de servicios.

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