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El empleo y la política

Antonio Elorza

No ha sido fácil este Primero de Mayo para los dos secretarios generales de UGT y de Comisiones Obreras. Y no porque faltaran razones para sentirse satisfechos. Remando contra corriente, con un partido de derecha en el Gobierno y bajo la exigencia del cumplimiento de los criterios de Maastricht, habían conseguido poner un freno a la destrucción del mercado de traba o propiciada por la política de relaciones laborales del PSOE, a pesar de las sucesivas huelgas generales.La apuesta es difícil. Un buen éxito del acuerdo habrá de traducirse en datos estadísticos, sustituyendo el predominio actual de contratos a corto plazo por otros indefinidos, y no es fácil, en este orden de cosas, salir de la sima que en su día cavaron los Gobiernos de Felipe González. El abaratamiento del despido es la compensación y sólo hace falta que no crezcan los contratos fijos para que la operación quede en un fiasco y que las casandras de todo tipo puedan cantar victoria. En especial el PCE de Julio Anguita, que tiene la ventaja de poder provocar una debilidad sindical ante la opinión pública y a la hora de exigir la puesta en marcha de los controles para garantizar el cumplimiento del acuerdo. En definitiva, para nadie es un secreto que el Gobierno de Aznar y la CEOE celebran una auténtica luna de miel, de modo que quebrantar los apoyos de los sindicatos firmantes constituye el favor más claro que puede prestarse a la derecha política y económica de cara al futuro. Anguita ha jugado a esa carta, con tal de dinamitar a la actual dirección de CC OO, y tiene la ventaja del espectador que puede condicionar el resultado del juego.Lo prueban las imágenes de este Primero de Mayo. Por supuesto, Anguita no tiene ni siquiera el valor de encabezar personalmente la protesta que él mismo ha provocado. Marcha de week-end seudomilitante a Jaén, a asociarse a una protesta sectorial, la olivarera. Sus colegas en el sector duro de la dirección en PCE-1U imitan su ejemplo de tirar la piedra y esconder la mano. Otros les hacen el trabajo. Con unos cientos de seguidores en calidad de sicarios puede conseguirse lo esencial: reventar los discursos de Gutiérrez y de Méndez en la Puerta del Sol. Es el patrón batasuno, que desgraciadamente tendremos que contemplar más de una vez en un futuro próximo. ¿Por qué no convocaron un acto de condena de la reforma laboral con Marcelino Camacho, Agustín Moreno, Salce Elvira y Julio Anguita o, si no quiere estar él, Frutos? Pero es más práctico sembrar la bronca y la cizaña, para luego poder afirmar que son las masas quienes le piden que las encabece para volver a los felices días del "clase contra clase".

El penoso espectáculo, montado por el "sector crítico" y el PCE, con la colaboración de la CGT y de unos cuantos individuos que olían a otra cosa, es augurio de lo que se nos viene encima: una izquierda radical movida desde PCE-IU, desligada de la realidad y de la democracia, que encubre su desnudez política con símbolos merecedores de otro respeto, como la República, y enfrentada a las organizaciones de los trabajadores. Tal es el regalo que este 1 de mayo nos hacen solapadamente Anguita y los suyos.

Entre tanto, Felipe González debe estar meditando lo que va a contar en Cagliari dentro de 15 días, conmemorando a Gramsci junto al líder máximo del Olivo: olvidará por un momento su entrañable amistad con Bettino Craxi y quizá podrá explicar cómo una sucesión de victorias electorales y de gobiernos de una llamada izquierda han ido edificando con solidez la hegemonía de la derecha en la política española del fin de siglo. Nadie ignora que para el PSOE tampoco hay nada que cambiar. Lo importante es saber si Guerra baja la cabeza. y sigue de dos ficticio, o se va. Las candidaturas serán unitarias porque existe comunidad de objetivos: lo que cuenta es recuperar el poder.

¿Piensan UGT y CC 00 que resulta posible mantener la defensa de los trabajadores con semejante izquierda política? La pregunta sigue en pie desde la huelga general de 1988.

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