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Entrevista:

"Hoy se añora el desparpajo de la movida madrileña"

Alfonso Pérez (Burgos, 1956) comparte nombre con un cotizado futbolista, pero el suyo es un arte bastante menos lucrativo: poeta del pop-rock nacional. De su pluma han salido la práctica totalidad de las letras de Esclarecidos, un grupo que durante 16 años ha sido referencia en la escena madrileña como banda de culto, vanguardista, iconoclasta y en permanente evolución. La voz susurrante de Cristina Lliso se ha encargado de desgranar estos. versos sin rima, extraños y hermosos, a veces oníricos ("y en Mi último sueño, la chica y el pez / se funden en un tren azul"), socarrones ("las hienas han tomado leche con miel / para disimular sus gritos desafinados"), apasionados ("adelante, vete, si te quieres ir. / Yo no sé qué haré, / me vendaré el corazón") o, sencillamente, inolvidables, como aquel de "yo quiero ser arponera / y pescar tus sentimientos". En el último disco de la banda, La fuerza de los débiles, Pérez recurre, al fin, a la ciudad que vive y sufre en un par de temas: En el parque del Retiro y Plaza del Callao.

Pregunta. Así pues, ¿La fuerza de los débiles es un disco sobre Madrid?

Respuesta. Estas referencias son más fruto de la casualidad que de algo intencionado. El mimo del que habla Plaza del Callao existe en la realidad, ciertamente, pero huyo de escribir sólo de aquello que me rodea.

P. Total, que, exceptuando Pongamos que hablo de Madrid y alguna que otra cosa, nadie se molesta en escribirle a esta ciudad.

R. Nunca lo había pensado, pero es posible. Supongo que forma parte de la idiosincrasia del madrileño: pese a la mala fama que soportamos por ahí fuera, somos gente abierta.

P. En este Madrid que, dicen, tiene de todo, ¿echa usted algo en falta?

R. Locales, sin duda. Me parece patético que no tengamos al menos diez salas con aforo para quinientas o mil personas y una programación musical permanente. Ahora mismo hay muy pocas, y el día menos pensado, las cierran. El poder político nunca ha apoyado el pop en Madrid, y quizá la cosa vaya a peor.

P. El primer disco de Esclarecidos se remonta a 1981. ¿Qué queda de aquel Madrid de la movida?

R. Un montón de discos, de artistas y de grandes canciones, aparte de los recuerdos. Fue un fenómeno muy breve, sí, y probablemente irrepetible, pero respirábamos un morro y un desparpajo que ahora se echan en falta. Y queda el ejemplo del Rock-Ola, un local en el que no sólo se escuchaba música, sino que servía como centro de reunión. Ahora, el público, según acaba un concierto, da media vuelta y regresa a casa; lo de la incomunicación debe de ser signo de estos tiempos.

P. Puesto que a los grupos españoles les está dando por cantar en inglés, ¿se siente usted una especie en extinción?

R. No, porque espero que se trate de una moda pasajera. Es una cosa tan ilógica que, pese a haberlo intentado, no me cabe en la cabeza. Y ni siquiera me parece síntoma de esnobismo, sino de vaguería, porque el castellano ha demostrado ser perfectamente válido para el rock.

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