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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las moreras

No estaban en el sitio oportuno, no estaban en el sitio adecuado... Aquellas viejas moreras... Cuando alguien las plantó en aquel suburbio lejano de Madrid, tal vez para dar sombra a las primeras infraviviendas de la emigración, no sabía que dentro de algunos años aquel terreno estaría destinado a la construcción de un gran centro comercial.Durante años cumplieron fielmente su generosa misión de dar sombra, oxígeno, belleza y alimento a gusanos de seda. Sólo eran tres moreras viejas, de ramas rotas, tronchadas, heridas, feas si se quiere. Sin embargo, en lo alto de sus copas habían reverdecido, vistiéndose de hojas e incipientes frutos morados, siguiendo el impulso inevitable de cada primavera, como cada año, sin saber que el esfuerzo esta vez se vería bruscamente interrumpido, que éste sería su último renacer, su última primavera.

Y mientras alrededor suyo veían plantar esbeltos plátanos de sombra y jóvenes acacias, ellas tenían que ser sacrificadas, debían morir de forma brutal antes de concluir su ciclo vital, arrancadas de cuajo por crueles e insensibles máquinas excavadoras, tan insensibles y crueles como el corazón de los hombres que las manejan.

Secos troncos, hojas mustias, raíces desnudas, abandonadas en cualquier vertedero bajo una lluvia inútil.

¿Nos pertenece realmente la tierra de forma tan absoluta? ¿No le pertenece al árbol el suelo en el cual se sustenta?

Su único delito fue no estar en el sitio oportuno, no estar en el lugar adecuado...

A las moreras de la calle de Pablo Neruda y a todos los árboles que como ellas son víctimas cada día del progreso y el bienestar humano.- .

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