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El G-7 avisa que actuará de forma coordinada para evitar una apreciación mayor del dólar

Victoria Carvajal

ENVIADA ESPECIALLos ministros de Finanzas del Grupo de los Siete -Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Canadá- endurecieron ayer su mensaje con respecto al dólar, y dejaron clara su voluntad de actuar de forma coordinada en los mercados de cambio para evitar una mayor apreciación de la divisa estadounidense. Los siete países más desarrollados del mundo temen los efectos de esta escalada en sus balanzas exteriores. Europa se comprometió a aplicar nuevas reformas en su mercado de trabajo para crear más empleo. Y Japón, a estimular su demanda interna para evitar un nuevo aumento del superávit comercial con Estados Unidos.

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Los responsables de Finanzas del G-7, que se encontraron ayer en Washington aprovechando su asistencia a las reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, reforzaron su compromiso para intervenir en los mercados con el fin de procurar la estabilidad de las principales divisas."Hemos acordado que los tipos de cambio deben reflejar el estado de la economía y que una volatilidad excesiva y un desvío significativo del mismo no es deseable", afirmó el G-7 en su declaración final. "Es importante evitar que los tipos de cambio provoquen la reaparición de desequilibrios externos".

Un mensaje similar lanzaron los siete hace dos meses en Berlín y desde entonces la moneda estadounidense se ha apreciado hasta los 125 yenes japoneses, el valor más alto de los últimos cuatro años y medio, y 1,72 marcos (145 pesetas), la cotización más elevada desde principios de 1994. En dos años, el dólar se ha apreciado un 50% respecto a la moneda japonesa y casi un 35% frente al marco.

La escalada del dólar se apoya en la diferente situación de la economía estadounidense respecto a las europeas y la japonesa. El aumento de los tipos de interés en EE UU desde marzo (hasta el 5,50%) fue el primero en dos años. Dada la persistente fortaleza de la economía estadounidense, no es descartable que la Reserva Federal (el banco central) vuelva a subir un nuevo peldaño en los próximos meses en la política de restricción monetaria. Esta expectativa aumenta el atractivo del dólar.

Por el contrario, el aún débil crecimiento en Europa aleja la posibilidad de que suban los tipos de interés en el continente. Es más, algunos economistas del FMI y altos cargos estadounidenses creen incluso que si la actividad no repunta a mediados de año como se prevé, el efecto depresor de las políticas de ajuste presupuestario que están en marcha para lograr la convergencia hacia el euro se deberá compensar con una nueva reducción de los tipos de interés.

El FMI cree que esa flexibilidad será necesaria para llevar a buen término la unión monetaria. Advierte que es preferible relajar algo la política monetaria, aún a riesgo de que repunte ligeramente la inflación, y flexibilizar la interpretación de los criterios, antes que un retraso del euro. Para el FMI, "un aplazamiento de la moneda única provocará fuertes turbulencias en los mercados".

La fortaleza del dólar, defendida hasta ahora por el secretario del Tesoro estadounidense, Robert Rubin, comienza a preocupar a la Administración Clinton, presionada por los grandes fabricantes de automóviles (General Motors, Ford y Chrysler). Reclaman un dólar a 100 o 110 yenes porque temen que el mercado doméstico se vuelva a inundar de coches japoneses. La mitad del déficit comercial de EE UU con Japón (60.000 millones de dólares) corresponde al sector del automóvil.

En cuanto a los países europeos del G-7, que han visto hasta ahora con buenos ojos la apreciación del dólar -porque les ha servido para aumentar la competitividad de sus exportaciones-, empiezan a mostrar preocupación por los efectos de esta escalada en la inflación. Altamente dependientes de las compras de petróleo y otras materias primas que hay que pagar en dólares, una mayor subida de la divisa estadounidense amenaza con presionar los precios más de lo deseado.

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