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BARCELONA

Duelo Ponce-Rivera

Hasta que salió el quinto, no iba bien la corrida: cables cruzados, un toro al corral, mulos con cuernos, fallos a espadas. Pero salió el quinto, de aceptable juego. Ponce ya lo había lanceado con elegancia a la verónica. Luego, el quite a la verónica, rematado con torero andar, tuvo también vistosidad y fue respondido con arrojo por Rivera, echándose el capote a la espalda. De la Viña y Bourret cubrieron un gran tercio de banderillas.Ponce, con el público caliente, brindó a la concurrencia. Su faena al astifino castaño de Sánchez Arjona fue un dechado de torería e inteligencia, destacando el temple y la lentitud de algunos muletazos, siempre a tenor de la embestida, cada vez menos boyante, de la res. También hubo momentos de ligazón, pero cuando el toro había tomado un poco de aire. Puso al público en pie con el buen toreo y eso tiene su importancia. Al final, estocada hasta la bola y justo premio de las dos orejas que le abrió la puerta grande de la Monumental.

Arjona / Litri, Ponce, Rivera

Cuatro toros de Sánchez Arjona, desiguales de presencia y juego, y dos de María Lourdes Martín de PérezTabernero (2º y 6º, sobreros), manso uno y noble el otro. Litri: silencio; ovación y también pitos cuando saluda. Enrique Ponce: ovación y dos orejas; salió a hombros. Rivera Ordóñez: ovación y oreja. Plaza Monumental, 27 de abril. Tres cuartos de entrada

La corrida se podía haber ido otra vez abajo, porque el sexto huía de su sombra. Y hete aquí que el presidente Antonio Carrafa dio una larga cambiada al reglamento y lo devolvió al corral. El sobrero, de María Lourdes Martín, fue noble y se dejó. Rivera lo lanceó a pies juntos y el muleteo fue vibrante y torero, con un valor extraordinario, pasándose muy cerca los pitones, bajando la mano y llevando la embestida con largura y mando. La faena, con la de Ponce, fue en los medios y también puso al público en pie. Pinchazo y estocada y, aunque hubo petición de dos orejas, sólo se le concedió una. La. faena al tercero, que se quedaba muy corto, tuvo también gran vibración y mayor mérito, pero los tres descabellos, después de pinchazo y estocada, hicieron que se esfumase el seguro trofeo.

Lo mejor de la lidia del segundo fue el extraordinario tercio de banderillas a cargo de Tejero y Bourret. Ponce comenzó aseado, pero tardó en decidirse a hacer el esfuerzo ante un astado que daba facilidades. Al Final tragó una barbaridad.

En cuanto a Litri, estuvo de convidado de piedra. En su primero, muy astifino, mostró decisión y entrega, pero templó poco los muletazos. El cuarto fue manso y, después de un desastroso tercio de banderillas a cargo de El Mangui y Manolo Gil, llegó avisado a la muleta, con lo que no cabía más que lo que hizo Litri: breves intentos y matarlo con ortodoxia. El público desagravió al poco afortunado diestro con una ovación, que este no debió salir a agradecer desde el tercio y así se hubiese ahorrado algunas muestras en contra.

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