Pese a todo, Sevilla es agradable en primavera
A pesar de que alguien ha tronchado esta noche el naranjo joven de la calle de Gallos, de que permitamos que tantos perros hagan sus necesidades en las miniaceras del centro, de que haya un andamio enfrente de mi ventana que ocupa media plaza de San Marcos (y van más de seis años, señora alcaldesa), de que suframos el ruido de las motillos de los macarras-donantes de órganos, de esos cuantos conductores desaprensivos, de quienes favorecen el paro y abandono de la juventud... la ciudad, a duras penas, puede permitirse (y parece increíble) tanto incompetente.Y es una lástima, porque, por lógica, deberían avergonzarse de su propia existencia en esta comunidad, remediar en algo su falta o irse. Porque los demás, que somos la inmensa mayoría, y la clave para que esto medio funcione, nos lo merecemos por el simple hecho de vivir en Sevilla en primavera.
Ya sabes, si vives aquí...-