El ministro de Defensa destituye al director de la escuela Militar de Jaca y anuncia sanciones
El ministro de Defensa, Eduardo Serra, destituyó ayer al coronel director de la Es cuela Militar de Alta Montaña de Jaca (Huesca), Manuel Lozano, de quien dependía el destacamento de Candanchú, donde el viernes por la noche murió de un disparo el cabo Samuel Ferrer. Serra leyó en el Congreso un informe sobre el suceso donde se califica de "accidental" el disparo realizado por el sargento Juan Carlos Miravete Duque, pero aseguró que no asumía este aspecto del relato, ya que es a los tribunales a los que corresponde determinar las circunstancias que rodearon la muerte.
El mienistro precisó ante la Comisión de Defensa que el informe sobre este suceso estaba basado fundamentalmente en el realizado por el capitán Fernández Casamayor, quien investigó inicialmente los hechos tomando declaración a los testigos. Agregó que las indagaciones realizadas desde Defensa por otros medios, incluso por el propio Cesid, no desmienten la versión del capitán Fernández, a quien se advirtió que incurriría en responsabilidad de no ajustarse a lo sucedido.Sin embargo, Sería dijo después de su comparecencia ante la Comisión que "hay que poner toda la cautela en unos hechos que están siendo objeto de investigación judicial, y la palabra 'accidentalidad' la he repetido porque estaba entrecomillada en el informe. Eso quiere. decir que no se asume en absoluto".
El ministro informó además que ha decidido el cese en su destino del coronel director de la Escuela de Montaña, Manuel Lozano, y que esta semana el jefe del, Estado Mayor del Ejército, José Faura, decidirá otras medidas disciplinarias contra los superiores inmediatos de Miravete, así como los mandos responsables de no consignar en la ficha personal del sargento sus problemas con la bebida.
Sería anunció la imposición de "sanciones ejemplares para erradicar de las Fuerzas Armadas vicios de tiempos pretéritos" y anunció una serie de medidas para evitar que sucesos como éste puedan repetirse. Entre estas medidas preventivas, citó la exigencia de un mayor rigor en la cumplimentación de los informes personales; la generalización de las pruebas psicotécnicas entre los militares; la restricción del consumo de alcohol en los acuertelamientos; o la permanencia de determinados antecedentes en los expedientes.
Este último asunto, matizó, requiere un estudio jurídico, ya que la Constitución protege el derecho de los ciudadanos a que sus antecedentes penales y disciplinarios sean cancelados una vez transcurrido determinado periodo de tiempo. En la hoja de Miravete no constaba que ya fue condenado en 1985 a un año de prisión menor por imprudencia temeraria con resultado de muerte, por matar al sargento José Luis González Bueno mientras jugaba con su pistola en el acuartelamiento de Sabiñánigo (Huesca). Al ser la condena inferior a tres años, Miravete se reincorporó al servicio activo.
El informe de los hechos que el ministro leyó ante los diputados fue el siguiente:
"El sargento primero Juan Carlos Miravete Duque era el oficial de servicio de la Compañía de Esquiadores-Escaladores de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales de Candanchú, el 18 de abril.
Unos momentos antes de la cena, el sargento tomó vino blanco con soldados de la Unidad, y hacia las 21.00 horas, fue a cenar con el sargento primero Luis del Río Gutiérrez, comandante de la guardia de seguridad del campamento, y con un teniente del Ejército de Nicaragua que se encontraba allí alojado.
Durante la cena bebieron vino en cantidad difícil de precisar. Finalizada la cena, Miravete pasó al Hogar del Soldado para ver un vídeo sobre un curso de montaña, cuya parte final estaba dedicada al fallecimiento de un teniente compañero del sargento primero, quien se mostró bastante afectado por el recuerdo. Durante la proyección del vídeo consumió pacharán.
Sobre las 23.00 horas, autorizó a los soldados a ver una película de vídeo en el propio Hogar del Soldado mientras él continuó bebiendo pacharán. Pasado cierto tiempo, comenzó a contarles anécdotas de su supuesta actividad como mercenario en Suráfrica, continuando la consumición de pacharán.
A las 23.30 horas, decidió cambiar la película por otra de contenido bélico. Con esta nueva película, el sargento primero se fue enardeciendo progresivamente y comenzó a mostrarles (a los soldados) determinadas técnicas de defensa personal y determinadas habilidades físicas.
Posteriormente sacó la pistola, de la que quitó el cargador, entregándosela al cabo Samuel Ferrer Caja, que en un momento determinado introdujo de nuevo el cargador de la pistola - y alimentó el arma, indicándole el sargento primero que disparase, a lo cual el cabo se negó.
A continuación el sargento Miravete cogió la pistola al cabo y la guardó en su pistolera. Posteriormente, volvió a sacar la pistola, la cual se disparó accidentalmente alcanzando en el pecho al cabo Ferrer.
Una vez evacuado el cabo, el sargento primero Del Río procedió a confinarle, lo cual consiguió a pesar del estado de gran excitación en que se encontraba Miravete. Con anterioridad, el sargento primero arrojó el casquillo utilizado al retrete de los servicios del Hogar del Soldado.
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