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Seis meses de cárcel para un cirujano plástico por imprudencia

La Audiencia de Madrid ha condenado a seis meses de cárcel a un cirujano plástico de la clínica Ruber Internacional por un delito de imprudencia temeraria. Una mujer acudió a él para que le redujera uno de sus pechos y terminó perdiéndolo. El tribunal le impone al médico, Adolfo Gómez Montoya, una indemnización de 10 millones de pesetas para cubrir las graves secuelas físicas y psíquicas que ha sufrido la paciente. La Audiencia le reprocha la desatención de la enferma.

La sentencia es fruto de un recurso de apelación que presentaron el médico y el fiscal contra otro fallo judicial dictado por el Juzgado de lo Penal número 10 de Madrid sobre estos mismos hechos. Este juzgado sentenció al médico a un año de cárcel por una imprudencia profesional. La Audiencia considera que la imprudencia no es profesional, sino temeraria. Aparte de cambiar el tipo de delito, el tribunal ha decidido rebajar el año de cárcel a seis meses, pero mantiene la indemnización de 10 millones.Los hechos se produjeron el 25 de mayo de 1988, cuando la paciente, Rosa Pau Ruiz, casada y de 35 años, pasó por el quirófano porque sufría una asimetría en sus pechos. El izquierdo era más grande. Fue sometida a una gigantomastia por el procesado y estuvo hospitalizada dos días. El médico, según la sentencia, visitó a la paciente tras la operación en una sola ocasión. Y lo hizo para quitarle los drenajes de la intervención. Quince días después volvió a reconocerla, en esta ocasión para quitarle los puntos. En ese momento, Rosa Pau presentaba ya una infección en el pecho intervenido. El médico limpió de pus la herida, pero no le envió ningún tratamiento para cortar la infección, que fue creciendo.

La paciente acudió el 24 de junio, al ver que la infección no remitía, a un médico de Valencia, donde ella reside. Ante la gravedad de la infección, este facultativo intentó contactar, sin éxito, con su colega de Madrid, tras extraerle 250 centímetros cúbicos de pus de sus senos. Lo que se imputa al médico, entiende el tribunal, no es una mala praxis, sino "su total inhibición" sobre el proceso infeccioso. Al médico de Valencia, le extrañó sobremanera el estado en que estaba la paciente y que el cirujano no le hubiese recetado ningún tramiento contra la infección.

Jesús Sancho-Téllez, abogado de la enferma, explicó ayer que el médico pudo. haber evitado el banquillo de los acusados si desde el principio hubiese admitido su grave error.

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